José Luis Marchica, nació el 24 de diciembre de 1955, en noche buena rosarina. El ‘Pelado’, como se lo conoce en el ambiente del deporte, creció a metros de Calzada, club en el cual empezó a jugar al básquet a los nueve años de edad tras el llamado del profesor Vicente Brek, junto a otros compañeros del Colegio Dorrego.
«Recuerdo que siempre llegábamos a la final, pero el resultado no se modificaba, derrota contra El Tala», rememoró Marchica, sin rencores. Al poco tiempo, el básquet de la institución de Av. San Martín se desmoronó y, José Luis junto a sus compinches, se trasladaron a Central Córdoba. En el ‘Charrúa’, se mantuvo hasta finalizar la secundaria, ya que allí le dedicó todo su tiempo al estudio y el trabajo.
«Era un jugador aguerrido. Buen defensor. De vez en cuando, metía seis u ocho puntos. No hay que mentir, era muy malo (risas)».
A los 25 años de edad, Marchica comenzó el profesorado de Educación Física. En tercer año, el ‘Bicho’ Venturi le dio la oportunidad a Raúl Rivet de dirigir Unión Sionista con 21 años. «Él me dijo que lo ayude con el grupo y me gustó la idea, porque además me hacía unos mangos, que me venían bárbaro en aquel momento», confesó. Allí, estuvo una temporada y finalizó entre los primeros cuatro de la segunda división.
Al año siguiente, en 1986, tras ser abanderado del Instituto y hacer un muy buen trabajo en USAR, recibió el llamado de Pablo D’Angelo para hacerse cargo de la preparación física de Newell’s Old Boys. En la institución del Parque, estuvo 10 años. Allí, además de compartir cuerpo técnico con el actual mánager de San Lorenzo, lo hizo con Marcelo Estevez y Luis Humpreys.
En la ‘Lepra’, logró múltiples campeonatos locales y provinciales con las intermedias y, en mayores, ascendió a la Liga B (NdR: hoy Liga Argentina), donde permanecieron dos años. Entrenó jugadores de la talla de Diego Lo Grippo, Joel Thompson, Cesar y Gonzalo Pastorino, Gerardo Raffo y Marcelo Ottolini, entre otros.
En 1996, comenzó a entrenar al club de su barrio, Calzada, ubicado a tan solo dos cuadras de su casa. En el ‘Rojinegro’, permanece hasta la actualidad. Entre tantos años, acompañó a Juan Carlos Pidal, Sergio ‘Pupi’ Córdoba y Germán Andersen. Con los últimos dos, logró un ascenso, en 1998 a primera división y en 2018 a segunda, respectivamente.


Asimismo, en el ’96, llegó a una de las instituciones que más lo apadrinó, Sportsmen Unidos. Primeramente, acompañó a Claudio Grimaldi y luego, al gran ‘Buby’ Le Bihan. En el ‘Verde’ de la Sexta, logró el campeonato de primera división y un título en las juveniles. Tres años más tarde, el ‘Turco’ Grimaldi se lo llevó a Rosario Central, forjando así, el histórico ‘Dream Team Canalla‘.
Ya en 2004 y bajo las órdenes de Cristian Le Bihan, volvió a Sportsmen. En su segundo ciclo en la institución de calle Primero de Mayo, fue campeón del Argentino de Clubes en 2009 y logró el campeonato de primera división en 2011. Además, se quedó en cuatro oportunidades con el primer puesto provincial de juveniles.
«Con Cristian tenemos una amistad de muchísimos años. Es un crack, como persona y amigo. Para mí, es quien le puede dar un salto de calidad al básquet de Rosario, es comprometido e innovador».
En 2017, tuvo un breve paso por Unión y Progreso, acompañando a Luis Oroño. Tras una temporada, emigró de nuevo a la Sexta, pero esta vez para preparar físicamente U17 y U19 de Temperley. En el ‘Negro’, acompañó a Marcelo Roig y fue campeón provincial con ambas categorías; logrando también el primer puesto con los juveniles en la local. Sin embargo, en 2019, el ‘Verde’ y Le Bihan volvieron a interponerse en su camino; y llegó para quedarse.
«Siempre dije que los preparadores físicos somos importantes en el cuerpo técnico, pero el que toma las decisiones importantes y decisivas es el entrenador. Por suerte, siempre trabajé con amigos».
Párrafo aparte para su trayectoria como preparador físico en las selecciones de Rosario y Santa Fe. En la local, acompañó a Gustavo Roig, Gustavo Lalima, Walter Pedemonte, Pablo D’Angelo y Gonzalo Pastorino; fue multicampeón en intermedias y primera división.
En el combinado provincial, repitió dupla con Gustavo Roig, Lalima y Pidal. Fue campeón nacional en 1994 con U15, con jugadores de la talla de Carlos Delfino, Pablo Fernández, Gabriel Domínguez y Adrián Boccia; sumado al primer puesto de primera en 2004 en Neuquén, junto al entrenador José Cottonaro y jugadores como ‘Tucky’ Bulfoni, ‘Colo’ Reinick y el ‘Pollo’ López, entre otros.
«Realmente, me sentí cómodo con todos los cuerpos técnicos que trabajé».


- ¿Cuáles son los títulos obtenidos que más disfrutó?
–Ganar un título no es fácil, por eso disfruté mucho todos. Cuando sos joven, tenés más ilusión. Ganás algo y te crees un crack. Después, con los años, te das cuenta de que ganaste, disfrutaste unas noches y la gente se te apega mucho; pero yo ya me acostumbré a eso. Hoy, disfruto más otras cosas, como la preparación de un torneo, la pretemporada, las charlas de vestuario y la empatía con el grupo.
- ¿Le quedó algún sueño pendiente?
-Realmente, te mentiría si dijera que tengo un sueño pendiente. Sí me hubiese gustado que el básquet de Rosario tenga más representatividad a nivel nacional. A mi edad, ya no tengo tantas expectativas. Para mí, hoy día, ganar significa preparar un jugador. Formarlo, darle valores y lograr que tenga mucha pasión. Ojalá lo pueda seguir haciendo varios años más, hasta que quiera y pueda.
- ¿Cuánto y en qué cambió la forma de trabajar desde su comienzo a la actualidad?
–Cuando yo arranqué a estudiar, sabía que lo mío era el entrenamiento. Siempre traté de capacitarme. Viajaba mucho al CeNARD y tuve la suerte de observar los Juegos Olímpicos en Barcelona. Mantenía charlas con gente de mayor experiencia, de otro nivel. Con el tiempo, me di cuenta de que no entrenábamos jugadores, sino personas. Por eso, lo más importante es ver cómo se le puede llegar al jugador, comprometerlo, motivarlo, acompañarlo y hacerle entender que puede ser más.
«A los jugadores, siempre les digo: ‘No importa el nivel, pero cualquiera que sea, que sea su mejor versión'».
- ¿Por qué la gente lo quiere tanto?
-Creo que la gente me quiere porque yo entrego y disfruto al máximo esta profesión. No tengo segundas intenciones, no voy con mentiras ni falsedades. Antes me enojaba mucho, producto de mi carácter, pero con el tiempo me di cuenta de que esas cosas no sirven. Nosotros hacemos un deporte y tenemos que tratar de sacar lo mejor de cada uno.
«En lo personal, uno siempre quiere darle empatía a los jugadores para que estén bien y darle alegrías a la gente».


Trayectoria como jugador
- Calzada
- Central Córdoba
Trayectoria como preparador físico
- USAR (1985)
- Newell’s Old Boys (1986/1996)
- Calzada (1996/Actualidad)
- Sportsmen Unidos (1996/1998); (2004/2016) y (2019/Actualidad)
- Rosario Central (1999/2002)
- Unión y Progreso (2017)
- Temperley (2018/2019)