Pablo Rausch comenzó con el básquet a los ocho años de edad, continuando el legado naranja de la familia. Como todo niño, buscó compartir momentos con sus amigos y así lo hizo en el Club Comunicaciones, de su Pergamino natal, desde 1994.
Para el ‘Cartero’ realizó todas las formativas, logrando no solo debutar en primera división a los 16 años, sino también consagrarse en el certamen pergaminense mayor de 2002. Dos años más tarde, arribó a Rosario para estudiar a la vez que aspiraba a jugar el certamen local.
No obstante, pese a tener las condiciones, el costo del pase interprovincial negó esa posibilidad. «Llegué a la ciudad a estudiar y ese primer año comienzo a entrenar en Gimnasia y Esgrima. El club me daba la posibilidad de jugar, pero como todavía era juvenil quise terminar las formativas en ‘Comu'», relató Rausch.
Con 21 años, Pablo Rausch se abalanzó a la posibilidad de competir en el máximo nivel rosarino. Aun así, su llegada al primer escalón local tomó un rumbo más largo del previsto. Comenzó el 2007 y el entrenador de Ben Hur, por aquel entonces Carlos Guerrero, lo convocó a Ituzaingó 1578.
Sobre su primera vez con los benhurianos, recordó: «Se me abrió una puerta importante. Pretendía jugar en la A, pero después de tanto tiempo dando vueltas consideré que ya era hora de jugar. Carlitos me dio muchísima confianza desde el principio».
Luego de dos campañas acariciando el ascenso, en 2009 consiguió su primera consagración fuera de Pergamino. Con la ‘BH’ llegó a la Primera B. A su vez, destacó de aquel plantel: «Con ese grupo de amigos bancábamos cualquier cosa, fue muy merecido ese final de año».
Ya en 2010, finalizó su primer ciclo en el Abasto. Pablo pasó a Náutico Sportivo Avellaneda: «Después de ese campeonato, empiezo a trabajar en el verano con Raúl Primo. Me potenció en un montón de cosas y mis objetivos estaban más encaminados».
Durante dos campañas defendiendo al club de la ribera, concretó su principal objetivo. Ascendió a la Primera A, para luego, disputar la máxima categoría. Al año siguiente, pasó a Fisherton continuando en el peldaño mayor.
En 2014, llegó a Saladillo. El externo arrastró dos buenas campañas, pero se topó con la primera piedra. Sobre aquella etapa destacó que «el año fue realmente malo desde lo personal». Una lesión que lo seguía desde varias temporadas, lo apabulló.
Habiéndose recuperado, su mentalidad dio un giro. Ya no buscó los resultados, sino disfrutar del básquet, por lo que el corazón lo llevó nuevamente a Ituzaingó. En 2015, volvió a Ben-Hur: «Me quedaron muy buenos recuerdos del club, donde todavía mantenía contacto con los amigos con quienes ascendimos», confesó.
Nuevamente, pero en 2017 y dirigido técnicamente por Andrés Farruggia, volvió a coronarse en la Primera C. Con aquel plantel, superó la categoría de punta a punta y se consagró campeón invicto. A esa altura, registró su tercer ascenso en Rosario, a la vez que dejó su marca en la ‘BH’.
Finalmente, comenzó el 2018 y una lesión lo marginó, alejándolo todo el año de las canchas. Sobre lo que fue su segundo ciclo en la institución, destacó: «Al final, lo que más valoro fueron los vínculos que logré durante todo el camino que recorrí».
Al año siguiente, retomó la actividad nuevamente en zona oeste. Pablo Rausch, para Fisherton y disputó la Primera B conformando un plantel joven. Sobre esto, el pergaminense dijo: «Los chicos de Fisherton tienen muchísimo talento y por ahí los veo un poco ansiosos. Yo sé que el momento va a llegar, pero tienen que pasar por un proceso de madurez».

Trayectoria
- Comunicaciones de Pergamino (1994/2006)
- Ben Hur (2007/2009) y (2015/2018)
- Náutico Sportivo Avellaneda (2010/2011)
- Fisherton (2012/2013) y (2019/Actualidad)
- Saladillo (2014)