Maximiliano Robson, nació en la ciudad de Rosario el 5 de julio de 1985. Su madre, Nilda Gómez, fue quien lo inició en el mundo del básquet. «Empecé porque había probado con fútbol y no me gustó, entonces mi vieja me llevó a CAOVA, donde ella había jugado 14 años. Ahí arranque y no lo dejé nunca más», recordó el actual entrenador de Newell’s Old Boys.
«Como jugador era uno totalmente común, pero con muchas ganas. Tenía mucha actitud a la hora de defender, eso era lo que mejor le aportaba al equipo. Entendía mi rol y no me movía mucho de ahí; me sacrificaba porque sabía que de otra forma no jugaba (risas). Walter Pedemonte fue clave para que yo pueda jugar algún que otro añito más y cumplir el sueño de salir campeón con mi club», confesó Maximiliano sobre su paso como jugador.
Robson, jugó 16 años y en todos ellos defendió la camiseta de CAOVA. Allí, en el club de sus amores, logró un anhelo pendiente para la institución de calle Olegario Víctor Andrade; dejar la división C. En 2007 y de la mano de Pedemonte, lograron ascender y cortar una racha de 14 años en la última categoría del básquet de Rosario.
«Para mí fue lo más lindo de todo».
«CAOVA en mi familia significa mucho, es el club donde mi vieja había salido campeón, donde pude jugar con mi hermano del medio, saqué a mis mejores amigos y conocí a mi mujer. De chico era lo único que quería y era una época que en intermedias era difícil para nosotros, pero se pudo dar en primera y después de tantos años con el club en la C fue increíble», expresó.
Asimismo, al año siguiente y en un hecho inédito, casi logran ascender a la A. «Fuimos la sorpresa, peleamos con Temperley y Atalaya, con quien perdimos la final por el segundo ascenso a primera. Ellos, con grandes jugadores de la ciudad y nosotros, con el 90% del club. Yo creo que fue como una chispa para todo lo que vino después. Luego, con la llegada de Miguel Dolce y su trabajo, fue un despertar del club a lo que había sido en otras épocas», manifestó.
En 2012, Robson decidió ponerle fin a su carrera como jugador. A partir de ahí, su vida se enfocó en la dirección técnica. «Arranqué porque quería seguir ligado al club y al básquet. Después, en una clínica cuando estaba haciendo el curso de Nivel 1, disertó Fernando Duró en el Cruce Alberdi y me acuerdo que me fui de ahí con la sensación de que quería ser entrenador de verdad. El tipo transmitía tanta pasión que te contagiaba», contó sobre sus comienzos como DT.
«Mis amigos de CAOVA me pidieron que agarre la reserva y era divertido, pero lo hacíamos con seriedad. Me acuerdo que entrenábamos hasta las 12 de la noche (risas)».
Al año siguiente, Néstor Adam, jugador dirigido por Robson en CAOVA, lo recomendó en Talleres de Arroyo Seco, donde finalmente se mudaron ambos. «Fue un poco queriendo y otro poco de casualidad. En ese momento no tenía auto y todavía hacía el curso de Nivel 2 para tener mi carnet de entrenador», dijo.
«Lo de Talleres fue increíble, fueron años muy lindos. Un club con gente que siempre me hizo sentir muy querido, como si hubiese sido siempre de ahí. Voy a estar súper agradecido a ellos porque me dieron la posibilidad cuando no tenía experiencia; Germán Luchesi, presidente en ese momento y más tarde Pablo Zanfa», manifestó.
Por otra parte, expresó: «De repente Talleres podía competir y con los de experiencia que sumamos en ese momento con Gambandé, que me bancó a muerte, Pablo Vargas y el ‘Gurí’ Gómez, más otros buenos jugadores que ya estaban como Albano y Matías Sánchez».
Y agregó: «Armamos una buena banda y al año y medio le ganamos a Sportivo América la final por el segundo ascenso a la A2. Además, en una apuesta grande, el club decidió traer al «yankee» más argentino de todos que es Antonio Davis. Eso fue un salto de calidad importante, un tipo que sumó en todos los aspectos. En dos años, entre todos, pusimos a Talleres en un lugar donde ahora es común verlo; y eso es mérito de la gente que trabaja a diario para lograrlo».
En 2018, Robson decidió cambiar de rumbo y optó por Puerto San Martín, tras una recomendación de Gonzalo Pastorino. «Fue algo que duró poco, pero que fue intenso. ‘Nacho’ Fernández y Facundo Ortíz, que venía del Federal de Entre Ríos, lideraron un grupo que no tenía grandes figuras como otras épocas del club».
«Era un equipo que armamos a las corridas, pero de gente espectacula. Había jugadores exquisitos, rústicos y algunos locos. Se generó una química que fue clave para conseguir el título de la A2 y el posterior ascenso a la Superliga», concluyó sobre su paso en el equipo puertense.
Luego de aquel gran logo, PSM decidió participar de la Copa Santa Fe, para seguir sumando experiencia. «Queríamos rozar el equipo con los de mayor jerarquía, conseguimos algunos buenos resultados y aprendimos mucho», declaró ‘Maxi’. Sin embargo, en Superliga no se dieron los resultados esperados y la dirigencia decidió que no continuara al mando del equipo.
«Al margen del sin sabor de cómo terminó, fueron nueve meses muy lindos que me dieron mi primer campeonato como entrenador y muchos amigos puertenses, como la tan querida Grisel».
Luego de su paso por el ‘Verde’. Llegó la incertidumbre. Primeramente, en Talleres RPB. «Estuve dos partidos y me fui porque había muchos problemas dirigenciales con el plantel campeón de la Copa Santa Fe. Entonces me pareció que lo mejor era que la comisión elija quién iba a dirigir», comentó al respecto. Luego, llegó la pandemia; lo que dejó a Maximiliano sin dirigir durante todo el 2020. Aunque a principios del año corriente, llegó la propuesta de un grande, Newell’s Old Boys.
«Newell’s es distinto a los otros clubes donde estuve. Es grande en todo el sentido de la palabra y tiene gente que quiere cambiarle el rumbo al básquet y ponerlo en otro plano, donde deberían estar instituciones de este tamaño. Sueño con ayudar al club para lograrlo. Hoy, sólo pensamos en que estemos sanos para volver a la actividad», comentó sobre su llegada a la ‘Lepra’.
Respecto al plantel con el que afronta la Primera B, dijo: «Tenemos un grupo muy bueno de jugadores para la categoría, como el ‘Pocho’ Colmegna, ‘Jony’ Ruíz y Sergio Baravalle, entre otros; Hay experiencia y calidad. Tenemos a Sofía Stiechr como PF que, a pesar de la edad que tiene, es una profesional de primera y directivos que siempre tratan de que tengamos las mejores opciones para que todo vaya bien».
«La pandemia nos golpeó fuerte. Dos jugadores tuvieron la perdida de familiares muy directos, entonces queremos ganar para que quienes la están pasando mal, por lo menos tengan una alegría».
- ¿Qué buscás transmitirle a tus jugadores?
–En primer lugar, me gusta generar un ambiente de armonía entre jugadores, cuerpo técnico y el dirigente que se encargue del básquet. A mis jugadores, me gusta transmitirles confianza, que tomen decisiones; me gusta sentirme cerca del jugador. Si sabés escuchar, muchas veces vienen soluciones de parte de ellos.
–Quiero que mis equipos apuesten mucho a correr y si eso no se puede, que le demos valor a cada balón que tenemos. Me gusta que sepan el rol cumple cada uno en el equipo y que de ahí, cada uno se sienta importante y aporte; para que lo grupal sea siempre más importante que lo individual.
- ¿Qué objetivos tenés como entrenador?
–El objetivo es aprender, siempre seguir aprendiendo. Me gustaría, en algún momento, poder acoplarme a algún cuerpo técnico de nivel superior para aportar y aprender. Deseo desarrollarme como entrenador hasta donde se pueda, siempre que la familia acompañe; es lo que más me gusta hacer.
Trayectoria como jugador
- CAOVA (1996/2012)
Trayectoria como entrenador
- CAOVA (2012/2013)
- Talleres de Arroyo Seco (2015/2017)
- Puerto San Martín (2018)
- Talleres RPB (2019)
- Newell’s Old Boys (2021/Actualidad)