Marcos Raffin es el capitán de Los Topos, seleccionado argentino de básquet para sordos, también denominado como Básquet Silencioso. El oriundo de Reconquista, Santa Fe, es uno de los referentes del deporte a nivel nacional y además Secretario de la Federación Argentina de Básquet de Sordos (FABS).
Todos los 19 de septiembre, se conmemora el Día Nacional de las Personas Sordas en Argentina por la creación del Instituto Nacional para Niños Sordomudos, el 19 de septiembre de 1885. Por lo tanto, Línea de Tres dialogó con Raffin, quien detalló sus comienzos con la naranja y sus expectativas de cara al futuro.
En primera instancia, contó: «A los seis años empecé a dar mis primeros pasos en el deporte. A esa edad conocí la naranja y desde ahí nunca más solté el balón hasta el día de hoy que tengo 40. Al principio me costó mucho porque es otro mundo».
Y añadió: «Primero no sabía muy bien lenguaje de señas, se me dificultaba la comunicación con mis compañeros y en los entrenamientos me tenía que sacar los audífonos. Estaba muy perdido y nervioso. Hasta que me acostumbré y dije: ‘Este es mi mundo’, del cuál no quise salir nunca más».
«La competencia tiene las mismas reglas que FIBA, la única diferencia es que se juega sin audífonos, y es más fuerte porque se juega con más contacto. Al ser visual y no auditivo, tenes que estar atento a todo alrededor, te mareas al principio, pero después, una vez que te acostumbras, es maravilloso porque ves de otra forma el juego», explicó luego.
Además de jugar en el seleccionado mayor, dirigió a mediados de 2024 a la categoría U21 en el Mundial en Buenos Aires. Sobre esto, dijo: «Fue una de las mejores experiencias, más allá del resultado. Agarré el equipo a un mes del Mundial, teníamos casi todos menores de 19». En ella jugaron el arroyense León Di Bernardo y el casildense Tomás Reyes.
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«Varios de 14 y 15 años compitiendo contra las potencias mundiales y jugadores de 21 años. Todos los partidos estuvimos muy cerca, así que lo veo muy positivo. Siento que se vienen los mejores momentos porque hay presente y gran futuro», aseguró.
«Nunca me sentí referente, siempre me sentí igual a todos. La mayoría de mis amigos, compañeros y dirigentes, me dicen que soy un gran ejemplo para el básquet de sordos, y que soy una figura muy importante. Pero no lo siento así. Nunca me sentí superior. Hoy donde estoy, es gracias a mis compañeros, cuerpo técnico y comisión directiva porque aprendí de ellos», aclaró.
Y cerró: «Cuando era niño, estaba muy enojado con Dios porque nací sordo, pero cuando empecé a jugar al básquet entendí que la vida es bella. Hice amistades y conocí personas maravillosas. Gracias al básquet pude cumplir el sueño de vestir la celeste y blanca y conocí el mundo sordo, donde también me siento feliz. Hoy soy lo que soy por el básquet que me dio todo.»