Guillermo Pío All, nació en 1964 en San Nicolás de los Arroyos (NdR: ciudad ubicada a 70 kilómetros de Rosario). 56 años de edad y a 51 junto al básquet, escribió su historia como jugador y a la par se fue abriendo camino como entrenador.
Sus primeros pasos los dio en 1969, cuando apenas tenía cinco años. Su primer club, fue Regatas de San Nicolás. Allí realizó la parte formativa compitiendo en los torneos locales. «Recuerdo mucho mis años de mini básquet en San Nicolás, los viajes a encuentros y las distintas actividades que realizábamos con el profesor Dante Giurca«, comentó
En el club de la ribera, se mantuvo hasta cumplir 15 años. Luego, pasó a Somisa de San Nicolás y comenzó su camino en primera división compitiendo en los torneos organizados por la Asociación de Básquet de San Nicolás. «Del debut en primera recuerdo que fue a los 17 años en el torneo local. Tuve como profesor a Omar Cernadas, un gran entrenador y mejor persona», recordó.
En Somisa, permaneció hasta 1984 cuando tomó la decisión de probar suerte a fuera. Su primer destino lejos de su casa fue en la Capital Federal, en el Club YPF. Su primera experiencia duró poco, ya que por motivos personales tuvo que volver a su ciudad. Pero no se dejó estar, al año siguiente se mudó a Rosario para estudiar el profesorado de educación física.
El primer club que lo apadrinó, fue Náutico Sportivo Avellaneda. Allí estuvo tres años y disputó la Copa de Campeones y la Liga ‘C’. Sobre su etapa inicial en la ciudad, repasó: «Llegué a Náutico que venía de salir campeón de primera. En esos años se jugaba la Copa de Campeones de la provincia, fuimos a Gálvez cuatro días y perdimos la semifinal del torneo».
Además, agregó: «Jugamos la Liga Nacional ‘C’ que se jugaba por fines de semana. Así que todos los meses, viajábamos a jugar a distintos puntos de la provincia». Dicho equipo era dirigido por Edgardo ‘Bicho’ Venturi.
Su trayecto siguió en Saladillo. En sus cuatro años en la institución, disputó el torneo por el ascenso y conquistaron la competencia que organizaba Sportsmen Unidos. Luego pasó a Rosario Central, para jugar de nuevo la Liga ‘C’. Posteriormente, tuvo un paso breve por Atlantic Sportsmen y CAOVA, último club que lo vio dentro de una cancha como jugador.
«La última etapa no fue para nada buena, jugando para CAOVA la primera fecha ganamos en Red Star de San Lorenzo. Pero en la segunda fecha contra El Tala, un jugador de ellos cae con las rodillas sobre mí espalda fisurándome una costilla. A partir de ahí no jugué más y me dediqué a dirigir», declaró.
Una vez colgadas las zapatillas, tomó la decisión de ser definitivamente entrenador. En su etapa como jugador, tuvo la influencia de sus guías. «Tuve la suerte de tener entrenadores como Giurca, Cernadas y Martínez en San Nicolás. Y en Rosario a Venturi, Arcari y Burgos. Sin dudas que todos ellos, en mayor o menor medida, influyeron en que siga mi carrera de entrenador», relató.
La odisea comenzó cuando tenía 13 años, dando sus primeros pasos en el rol de monitor en su Regatas de San Nicolás. Luego de ese arranque hace un ‘impasse’ de tres años. «Sin dudas la etapa de formarte como entrenador es la más linda y sacrificada. En aquellos años no existía el internet y los cursos eran muy escasos y caros», reconoció.
Ya en Rosario, fue Saladillo quien le dio la primera posibilidad de arrancar con las categorías de inferiores. Desarrolló esa tarea desde 1985 a 1988. Guillermo, en ese momento, se desarrollaba como jugador y técnico. Dos responsabilidades, que asumió con mucho respeto: «El dirigir y jugar fue maravilloso. No solo tenías que esmerarte como entrenador, sino que también lo tenías que hacer en los entrenamientos y partidos como jugador. Siempre tratando de esforzarte al máximo en las dos funciones y nunca ponerte como ejemplo. Las distracciones como jugador, no podían ser excusas para los chicos».
«En esos años, se preocuparon para que todo esté más al alcance de los entrenadores nuevos. Sin dudas que la capacitación es la mejor manera de prepararse. Creo que la mejor manera de comenzar hoy, es empezando de muy joven a trabajar como monitor. Luego realizando la mayor cantidad de cursos posibles», continuó.
Y esbozó: «Siempre digo que ‘el minibásquet es un juego’ y como tal todos juegan y se divierten, pero siempre aprendiendo a jugar al básquet. Si uno logra eso el trabajo está cumplido».
En el año 1989 volvió a su ciudad natal, para dirigir cadetes, mayores y menores, de Regatas. Sólo permaneció un año ya que en el 1990 dirigió las categorías menores de Rosario Central. En el ‘Canalla’, hizo su debut dirigiendo primera, aunque sólo dirigió dos partidos. En 1994, pasó a Atalaya donde además de tomar las categorías formativas, también fue el preparador físico del plantel de primera.
Hasta 1997, cuando pasa a ser el entrenador principal del club y consiguen la primera corona de la institución, derrotando a Provincial. Sobre ese momento, señaló: «Era un excelente grupo de jugadores, que hicieron que todo fuera mucho más fácil».
Luego de un paso por Velocidad y Resistencia, en 1999, se hace cargo del básquet femenino de Newell´s Old Boys. Participó de la Liga Nacional y consiguió el ansiado ascenso a la Liga ‘A’. «En aquellos años, la competencia era muy intensa tanto en Rosario como en la Liga Nacional. Me sorprendió la poca cantidad de clubes en la ciudad, pero la competencia era bien intensa. En la Liga nos cruzábamos con Entre Ríos, viajamos mucho a Gualeguaychú y en esa ciudad ganamos el ascenso a la ‘Liga A’ eran torneos muy intensos y muy parejos los equipos. Esos años de liga femenina y de dirigir femenino, fueron un aprendizaje permanente», indicó.
Luego de su paso de seis años por ‘La Lepra‘, volvió a Náutico como entrenador. Afrontó el ascenso a primera, hecho que lograron a fin de año. Llegó a un plantel que en la temporada anterior se impuso en la clasificación de punta a punta, pero que cayó en los playoffs. Con Guilermo al mando y obtuvieron el segundo ascenso.
En el 2008 retornó al ‘Azul’ de la Sexta y en 2011, se hizo cargo de Talleres RPB. «La experiencia en Talleres no fue de las mejores, agarro el equipo faltando pocas fechas y con peligro de descenso. Nos salvamos y al año siguiente a poco de arrancar el torneo, me echan sin dar ninguna explicación», manifestó.
Dirigió una temporada a Parque Field. Posteriormente, en 2014, tomó el cargo de entrenador en Ciclón y se quedó con el ascenso a Primera A. «El plantel era nuevo y nos tocó jugar siempre de visitante, por no tener piso de madera. Llegamos a la definición con Calzada que también jugaba de visitante por el mismo motivo. Fue en cinco partidos, cuatro a cancha llena y emocionante. El quinto fue a puertas cerradas, por culpa de cinco tipos que hicieron lío», evocó.
En 2015, tuvo una nueva etapa en Saladillo. Al año siguiente agarró Libertad, donde permanece hasta la actualidad. En esta institución, consiguió el ascenso a la Primera A2 en 2018, tras imponerse a Timbúes. De ese torneo, recordó: «Fue un proceso. El ascenso se dio después de tres años de trabajo, de formar y jugar con chicos del club. Formamos un gran equipo y luchamos por el ascenso, y se nos dio ganando el cuadrangular invictos».
Pío All, concluyó: «En formativas como en primera división el objetivo es aprender a jugar al básquet, claro que los más chicos tienen otra manera y otra forma de aprender y los más grandes otros intereses pero el básquet es uno y como tal a su medida cada uno lo va entendiendo y aprendiendo».
Trayectoria como jugador
- Regatas de San Nicolás (1969/1979)
- Somisa de San Nicolás (1980/1984)
- Club YPF (1985)
- Náutico (1986/1988)
- Saladillo (1989/1992)
- Rosario Central (1993)
- Atlantic Sportsmen (1994)
- CAOVA (1995)
Trayectoria como entrenador
- Regatas de San Nicolás (1977/1979) y (1989/1990)
- Saladillo (1985/1988) y (2015/2016)
- Rosario Central (1991/1993)
- Atalaya (1994/1997) y (2008/2010)
- Velocidad y Resistencia (1998/1999)
- Newell´s Old Boys (femenino) (1999/2004)
- Náutico (2005/ 2007)
- Talleres R.P.B. (2011/2012)
- Parque Field: (2012/2013)
- Ciclón (2014/2015)
- Libertad (2016/Actualidad)