Muchos basquetbolistas pasaron por la cantera ‘Mensana’, niños que aprendieron a moverse con la naranja de a poco hasta convertirse en jugadores con un sentido de pertenencia inamovible. Todos con una meta por alcanzar, llevar a Gimnasia y Esgrima de Rosario a lo más alto del básquet rosarino. Una batalla de años que una noche, por fin, tuvo su recompensa.
Uno de los mayores responsables fue, sin lugar a dudas, Roberto Maya. ‘El Colo’ llegó una tarde de 1992 a la calle Laprida y a suerte de los fanáticos del club, ya no se volvió a separar de la institución. En su arribo empezó a trabajar con las inferiores, es ahí donde empezó a formar a los futuros campeones de Gimnasia. Pasó un buen tiempo, pero la espera valió la pena.
«El ambiente en el club siempre fue bueno. Yo creo que hay cosas más importantes que el básquet y más en Rosario, estaba clarísimo todo. Festejábamos mucho cuando ganábamos, no dramatizamos cuando nos fuimos al descenso. Lo más importante era ser coherentes y mantener el trabajo durante el tiempo», declaró el entrenador.
Y agregó: «Esa temporada, al igual que todas, jugábamos con los chicos nuestros, algunos se habían ido a jugar afuera, se iban durante el verano y volvían después. Tuvimos algunas lesiones y el torneo se dividió en dos ese año, así que el primer apertura fue un desastre. Ganamos tres partidos y perdimos doce».
Después de un mal arranque de temporada, todo empezó a cambiar el semestre siguiente. La vuelta de Tomás Dell’Arciprette al equipo, renovó los aires y las cosas fueron a mejor a partir de allí. Pablo Palma, capitán de Gimnasia en ese tiempo, recuerda cómo estaba el vestuario para esa segunda mitad del año: «Ese equipo era un grupo de amigos que al día de hoy sigue compartiendo cosas. Siempre creímos en nosotros, supimos que podíamos jugar bien y conseguir el objetivo que nos pusiéramos como meta».
Palma, histórico jugador ‘Mensana’, tiene su nombre en las vitrinas del club pero siente por ese último campeonato un gusto especial: «Personalmente me tocó estar en los tres títulos que logró el club, 1990, 1992 y 2010. Fue enorme la satisfacción de lograr un campeonato de la mano del ‘Colo’ Maya, mis amigos y los chicos del club con los cuales viví todo su periodo formativo hasta llegar a primera división».
«Empecé a jugar al básquet en Gimnasia a los siete años y dejé de jugar en 2010, con 36 años. Mis amigos desde siempre fueron mis compañeros de equipo, por eso los campeonatos logrados con ellos, tienen un valor extra», expresó.
La primera misión del equipo no era la coronación, primero estaba el poder tener un mejor rendimiento para lograr no descender. Al correr de los partidos, las cosas fueron cambiando y los basquetbolistas jugaban cada vez mejor. «La idea era no jugar por el descenso y poco a poco fuimos avanzando. Faltando tres o cuatro fechas ya estábamos salvados y no sólo eso, sino que terminamos consiguiendo la primera posición», comentó Maya.
«Jugábamos bien, los chicos habían crecido, teníamos muchos U17 que empezaron a tener más minutos y se hizo un equipo bastante competitivo», agregó el ‘Colo’. Esteban Rossignol, otro de los referentes de aquel equipo, recuerda la evolución de GER a lo largo del torneo: «En la segunda mitad nos dimos cuenta que le podíamos ganar a todos y ahí, sin estar confiados, sabíamos que si seguíamos por ese camino podíamos salir campeones».
«En ese año, Gimnasia logró jugar con diez u once jugadores todos los partidos, éramos un equipo largo y cada uno sabia que rol tenia que cumplir», comentó Pablo Palma. A lo que sumó: «Antes del triangular final hubo un partido en nuestra cancha contra Echesortu que realmente jugamos muy bien, particularmente después de ese partido, me convencí que dependía sólo de nosotros para lo que estábamos».
GER a esa altura jugaba bien, convencía aficionados y jugadores y seguía una línea clara. Sin dejar que las luces los encegueciera, siguieron trabajando para ver hasta dónde podían llegar. Aunque los protagonistas destacan por sobre todo el grupo humano. «Lo mejor de ese equipo fue que éramos un grupo de amigos, si teníamos que reprocharnos algo, lo hacíamos. Siempre se trabajó con mucha sinceridad, nunca se le mintió a nadie. Los que estaban en condiciones jugaban y los que no, acompañaban», confesó Roberto Maya.
El ‘Colo’ vio pasar a muchos equipos y jugadores, tal vez por azares del destino, esa temporada 2010 se dio todo para crear un grupo competitivo. «Hubo muchas reconvenciones de equipo porque venían chicos nuevos de abajo y siempre se les hacía lugar. Esa renovación coincidió con un grupo más maduro y con una camada U17 que colaboraron mucho y se hizo un combo que a veces, no siempre pasa esto», dijo.
«Lo más importante fue el proceso, lo que duró y la coherencia y respeto hacia los chicos del club».
La coronación llegó luego de la segunda fecha de ese histórico cuadrangular. Con el Rodolfo Carrillo como escenario, Gimnasia derrotó en el primer duelo a Sportsmen y su rival esta vez era Echesortu. El partido no comenzó bien para los de calle Laprida, ‘Eche’ demostró una defensa férrea y un ataque rápido que resultó en un dolor de cabeza para los dirigidos por Maya. Bloqueando los tiradores mensanas y con gran efectividad en el aro contrario, los ‘Rojiblancos’ se pusieron veinte a cinco arriba. Al sonar la primera chicharra, el primer cuarto terminó 29 a 17.
Sin embargo Rossignol, goleador de la noche, empezó a encontrar su lugar en la cancha y sumado a una gran puntería, las puertas se fueron abriendo para él y su equipo. El entrenador jugó sus cartas, trabajo de presión, despliegue en las zonas, recambio de aire por momentos gracias a la cantidad de basquetbolistas a su disposición y lectura impecable del juego, lograron que las diferencias se acorten y GER estaba nuevamente en carrera. Los equipos se fueron al descanso con un marcador 47 a 45.
En la segunda mitad, Gimnasia salió con motivación a reconfirmar lo hecho en el segundo cuarto. Su rival, aturdido, no pudo contener la embestida amarilla que se veía en la cancha. Hambre de gloria y determinación fueron las armas principales del ‘Mensana’ para empezar a cambiar el resultado a su favor. El tercer cuarto finalizó 56 a 60 con Maya y compañía arriba, por primera vez en el encuentro.
Los últimos diez minutos sirvieron para terminar de ver lo hecho hasta el momento, la victoria de Gimnasia no se iba a escapar. Pitido final, marcador 80 a 76 y un grito eufórico desde las gradas hasta el centro de la cancha fue todo lo que llegó esa noche. Un equipo histórico con una coronación más que merecida, una muestra de que a veces no gana el de mayor presupuesto o el de los mejores refuerzos. A veces gana el trabajo duro, la constancia y los proyectos.
«Fue una alegría enorme para nosotros, jugadores y cuerpo técnico, es (porque seguimos siéndolo) un grupo maravilloso», cerró con emoción Pablo Palma.
El premio al trabajo, al esfuerzo y a las ganas de conseguir respeto y gloria. Eso fue para este grupo de basquetbolistas cuyo deporte los convirtió en una gran familia. Los campeones se forjan gracias a altas y bajas; Gimnasia vivió todo, tristeza y euforia. Hoy, aquellos que llevaron gloria a la calle Laprida, siempre serán recordados como héroes.