Pertenencia, raíces y vínculos vitalicios son algunas de las cosas cosechadas por Alfredo ‘Fredy’ Navarro a lo largo de su vida. Hasta hoy, con 59 años, su vehemencia docente, lo llevó a dejar marcados los corazones de cientos de niños, en casi cuatro décadas de profesión en Rosario. Fomentó y sobre todo, efectuó, valores importantísimos para el aprendizaje de los más chicos.
‘Fredy’ nació en Chumbicha, Catamarca. Desde un primer momento, reconoció: «Yo siempre fui jugador de fútbol, hasta que entre tantas idas y vueltas, mi papá me regaló una pelota de minibásquet». Involucrándose como organizador de torneos amistosos, en su pueblo, la vocación ya estaba a flor de piel.

Si bien, Córdoba, era el destino más práctico para estudiar el profesorado de educación física, las materias que arrastró del secundario no le permitieron el ingreso. Por ende, desde 1981, su carrera facultativa la hizo en Rosario.
«Terminé conociendo Baigorria, me dieron un tiempo para poder ponerme al día con lo adeudado y comencé el profesorado», explicó primeramente. A partir de allí, nunca más se fue de la provincia, desde lo profesional. No obstante, nunca olvidó sus orígenes: «Visitaba mi pueblo dos veces al año, aprendiendo a viajar a dedo hasta Catamarca ida y vuelta».
En el ’82, arrancó con la naranja, reabriendo el mini básquet de Calzada. Conforme pasaron un par de años, las camadas fueron avanzando y ‘Fredy’ continuó guiándolas. Hasta que se inclinó definitivamente por el primer escalón formativo. Allí, se mantuvo durante ocho años dejando asentada la tira completa en la institución. Mientras tanto, en 1984, inició un proyecto deportivo para fomentar el básquet femenino en Newell’s Old Boys.
Paralelamente, en 1989 pasó por una triangulación laboral importante dentro de zona sur. Antes de partir de Av. San Martín, enseñó en Ciclón BBC, mientras a su vez, emprendió una historia fundamental en su carrera, con el histórico Central Córdoba. En un club meramente futbolero, Navarro encendió una chispa dentro del galpón de San Martín al 3200. Un año después, este último se volvió su único lugar de trabajo.
«Cuando me quise dar cuenta, teníamos ya cuatro categorías anotadas en la Asociación Rosarina», declaró. Para el ’95, el ‘Charrúa’ contaba con la tira formativa completa en el certamen doméstico. Sólo dos años más le bastaron al DT para llegar a primera. Aquella conformación del plantel mayor, tuvo un trasfondo más que profundo.
Para fines de década, finalmente cosechó la pertenencia y el cariño que sembró en casi 20 años. A una mitad de jugadores, que iban a integrar ese plantel, eran formados en su totalidad en Central Córdoba. Por el otro lado, se les sumaron otra mitad de iniciados en Calzada. Sí, todos alumnos suyos de mini. Luego de una efímera experiencia en la máxima categoría, su lugar estaba con los más chicos, por lo que dejó aquel cargo.
Durante la siguiente década, transitó años de buen básquet, la creación de la reserva y un viaje a Estados Unidos en el medio. Lamentablemente, debido a una serie de malas decisiones dirigenciales y el aplazo del piso de parquet, comenzó el declive de la actividad en la institución.
«Viendo que todo iba por mal camino, me di el lujo de reubicar a los chicos en diferentes clubes. Para que no pierdan la dinámica ni las ganas de jugar».
No obstante, gracias a una victoria de la última categoría mencionada, encontró su nuevo destino. «Los chicos de reserva jugador un partidazo frente a un Echesortu invicto y de local. Después de ganar, bajé las escaleras y me llamó el presidente», explicó. Por meras casualidades, nunca llegó a cruzar su camino con el ‘Rojiblanco’, pero desde 2011 y tras un ciclo más que cumplido en el ‘Charrúa’ cambió de aires.

En calle San Nicolás, predicó con fuerza el trabajo colectivo y al final, tuvo su recompensa. Aunque, el trayecto fue duro al principio: «Después de un par de años, comenzamos a implementar talleres de básquet, durante las colonias de vacaciones. A partir del segundo año no bajamos la media de 100 chicos y decidimos ir por más junto a la subcomisión».
Seguidamente, rememoró una anécdota conmovedora: «Propuse una peregrinación con los más chicos en la zona comercial, cerca del club, para que vean que existía el básquet en Echesortu. Salimos con casi 30 niños, un tablero y tuvimos una caminata de dos horas».
A su vez, cerró con emotividad: «Un sábado antes, fui comercio por comercio, para que los dueños o gerentes se sumen un momento con los jugadores. Llegamos a la zona y ya nos estaban esperando todos, fue increíble».
Finalmente ‘Freddy’, se sobrepuso a la pandemia. Llevó adelante iniciativas grandiosas, para con los más chicos. Durante los últimos parates forzados, se subió a su bicicleta y mostró el mismo cariño para con los más chiquitos, como lo viene haciendo desde hace décadas en toda la ciudad. Quizá el futuro depare un nuevo cambio de aires, de esos que para personas como Navarro duran décadas, pero lo que nunca cambiará será el ímpetu de enseñar y pregonar el amor hacia el básquet.
Trayectoria como entrenador
- Calzada (1982/1989)
- Newell’s Old Boys (1984/1987)
- Ciclón BBC (1989)
- Central Córdoba (1989/2011)
- Echesortu (2011/ Actualidad)