El amor por el deporte es algo que se transmite de generación en generación y compartirlo con una hija es un punto y aparte. Verónica Rodríguez, sabe lo que es acompañar a su heredera Giuliana Cataldi en el camino del básquet.
Verónica ya está retirada de las canchas, pero supo vestir la camiseta de Sportsmen Unidos, institución que la vio crecer en el deporte. Su recorrido siguió en Nautico y Atlantic Sportsmen, donde formó parte del equipo campeón de la Liga Nacional. Su siguiente club fue Rosario Central, donde además de salir campeón de la Rosarina varias veces y de La Liga, transitó el embarazo de su hija. «Jugué hasta que quede embarazada de Giuli. A los 15 días de haber dado a luz, ya estaba jugando de nuevo», conto la ex jugadora.
Y agregó: «El competir cambia con el solo hecho de ser mamá, trabajar e ir a entrenar. Lo pude hacer y me encantaba, lo disfruté mucho».
Dejó Arroyito para mudarse a donde hoy actúa su hija, Ben-Hur, hasta que tomó la decisión de dejar el deporte unos años. El llevar a su hija a los entrenamientos le hizo tomar la decisión de retomar. Al año siguiente volvió a Central donde culminó su carrera. De su último paso en el ‘Canalla’, destacó: «Volví a Central un año, salimos campeonas locales y después dejé. Decidí disfrutar de ver jugar a mi hija y encontrarme de nuevo con mucha gente querida que conocí gracias a éste deporte hermoso».
La transmisión de la pasión se hizo esperar, Giuliana probó primero con tenis y hockey. Hasta que un panfleto de escuelita de básquet llegó a las manos de su mamá. Atlantic Sportsmen fue el club que la hizo conocer la naranja en 2009. «No duró mucho ya que no entrenaban mujeres en ese momento y menos chiquitas», comentó Giuliana.
El tiempo hace que los caminos se crucen, fue en una final en la que Verónica jugaba con Atlantic Sportsmen frente a Ben-Hur. En los entretiempos Giuliana y Abril Vernazza (NdR: hija de Daniela Oldani) aprovechaban para tirar al aro y recordó: “Cuando termina el partido Daniela me vio y le dijo a mi mamá que me traiga el martes siguiente para arrancar”.
«En realidad mi mamá no quería que arranque no sé porque. Pero a mí me gustaba y más sabiendo que ella lo hizo y triunfó un montón. Me incluyeron re bien y eso ayudó mucho a mi decisión», comentó la actual jugadora de ‘BH’.
Comenzó así su recorrido en la institución de calle Ituzaingó. «Me encanta acompañarla ir a todos lados donde juega, hasta ir de dama de compañía en las selecciones cuando ella estaba. Compartir eso es algo maravilloso», declaró su madre. El básquet está en su ADN, Giuliana debutó en primera con apenas 15 años, para ella los nervios dijeron presente y para la madre vivir esa experiencia, «fue fuerte».
Con apenas 18 años Giuliana tiene todo un camino basquetbolístico por recorrer. En 2014 consiguió su primer título con U14, siendo la jugadora más chica. Al año siguiente, le llegó la primera posibilidad de representar a la ciudad finalizando subcampeona. Ese mismo año la citaron a la Selección Santafesina U14 y se consagraron campeonas en Córdoba.
En 2016 la citaron para el combinado local y nuevamente provincial, levantando ambos trofeos. De aquel año, recordó: «Fue el hermoso grupo que se armó, donde me quede con hermosas amistades». En 2017, fueron segundas con la rosarina perdiendo contra Noroeste en San Cristóbal y con la Santafesina salieron campeonas en Mendoza. Al otro año formó parte del equipo U16 de Ben-Hur, que logró el título en el estadio de Náutico. A fin de año, obtuvo otro título interasociativo en Cañada de Gómez.
Los partidos en una familia se pueden vivir de diferentes formas. Como madre: «Los partidos decisivos de Ben-Hur los vivo con mucho nervio, muy apasionada y a veces me juega en contra. Soy muy impulsiva» Y por otro lado, como hija: «Es imposible no verla a mi mamá en la tribuna, porque grita de todo. A mí me encantan que vengan tanto ella como mi papá, pero sé que mi mamá lo disfruta. Más cuando hacemos viajes y tiene la posibilidad de ir. Es una motivación más».
Mantenerse al margen después de un partido siempre es difícil y Verónica lo sabe: «Madre entrenadora, no soy. Pero siempre algo le digo, yo quiero lo mejor para ella y a veces soy dura. Pero es algo más fuerte que yo”. Al finalizar los partido Giuliana contó como los vive: «Algunas veces, no quiero ni ir a saludarla. Me la veo venir, pero siempre me recibe con un abrazo y más cuando sabe que di lo mejor y no se pudo dar».
Consultada sobre la posibilidad de jugar un uno contra uno entre madre e hija, Giuliana tomó la posta y respondió: «Nunca lo hice y creo que nunca va pasar, no quiero pasar vergüenza”. Más allá de los resultados, Verónica remarcó que siempre está para felicitarla. «Estoy orgullosa de la personita que es, una hija buena en todo sentido en el deporte y en su vida, es maravillosa», sentenció.
¡Feliz día de la madre para Verónica!