Como dice el dicho, la fruta no cae muy lejos del árbol y en varios lugares del país, el básquet es cosa de familia. Daniela Oldani junto a sus hijas, Abril y Aymará Vernazza, no son la excepción. Todas defienden los mismos colores a la par que transitan un hermoso presente deportivo. Aymará, la menor, va por el mismo camino desde Mini. Línea de Tres, hace honor al día de la madre con la historia de un emblema como Daniela junto a sus semillas de gran futuro en el Naranja y Verde.
Hay apellidos que, sólo con escucharlos, fácilmente provocan sensaciones de podios, experiencia y jerarquía. Eso sucede a menudo con Oldani, a esta altura de su carrera, representa grandeza en el básquet rosarino. Tras una rica trayectoria, se consagró como un pilar infalible. En 2019, a nivel local y nacional, se dio el lujo de compartir alegrías como madre y DT junto a sus niñas en el parquet. Además de tener como compañera en Primera a la mayor de ellas.
«Tenían 20 días y ya estaban gateando en los partidos y las practicas. Estar dentro del club, vinculándose con todos los elementos del básquet y viéndome a mí, las llevó a enamorarse del deporte», recuerda Daniela.
Es entradora de una de sus hijas, un lujo que pocas madres puedan darse y así lo describió: «Dirigir a Abril y darle indicaciones a Aymi, es completar un circulo. De por si, con tus propios jugadores es satisfactorio que desarrollen lo que uno les inculca. Cuando son tus hijas, mucho más». Y a su vez, confesó: «Tengo la suerte de que todo lo que le vuelco a mis hijas, les sale. Ellas desde chiquitas ven básquet de primera división y entienden de qué se trata el juego, me llena de orgullo».
«No quiero dar lugar al pensamiento sobre que mis hijas están en cancha solo por mí, entonces les pido que rindan el triple», refiriéndose al momento de elegir jugadoras para los partidos. Sobre este tema, aseguró: «El carácter de Abril es especial. Hay casos de familiares que se han dirigido y terminan mal. Pero es muy raro que se enoje o conteste. Tiene una conducta ejemplar». Y explicó: «Lo viví de forma natural, aunque teniendo otra confianza una les exige un poco más».
A pesar de que ya entró en la cuarta década, Daniela no le cierra la posibilidad a jugar con su hija menor: «Aymará me pide que siga unos años más para poder jugar conmigo, así que no me queda otra que prepararme físicamente para llegar a ese momento».
Abril, la mayor, es una de las grandes proyecciones del país. Consigo, trae participaciones y podios con la Selección rosarina, santafesina y nacional. Con 14 años, fue una de las debutantes más jóvenes del primer equipo.
Respecto a lo que representa para ella tener una madre como Daniela, expresó: «Me encanta el reconocimiento de mi mama, pero al mismo tiempo tiene su peso. El hecho de tener renombre hasta en la selección nacional es una motivación constante para mejorar y demostrar por qué juego donde lo hago».
Inesperadamente, durante la charla, Aymará perdió la timidez y entre risas dijo: «A mi me da vergüenza porque me dice ‘pini’ y no me gusta».
«Salir campeona con ella de DT es algo muy emocionante. No puedo imaginarme la sensación en caso que ocurra jugando juntas, abrazarnos hasta las lágrimas. Pero la verdad que no me esperaba llegar a Primera tan joven, es un orgullo y me siento privilegiada del lugar que me dieron para poder compartirlo con mamá», remarcó Abril.
Si bien las sensaciones transmitidas son varias, queda mucho camino por recorrer. Lo único realmente inamovible, es la pasión por el básquet y los colores de Ben-Hur que las chicas demuestran día a día.
¡Feliz día de la madre, Daniela!