David Gavio nació un 5 de enero de 1984. Pese a que inició su historia deportiva entrenando en Tiro Suizo, a los meses su madre lo llevó finalmente a CAOVA. Al haber sido jugadora del mismo, sumado a una previa incomodidad de David, radicó al joven en el ‘Funebrero’.
«Mi primer técnico fue una gran persona, de vez en cuando veo en algún partido. Fue ‘Yani’, con quien compartí cancha en mis primeros pasos por la primera», rememoró Gavio. En la institución de Calle Olegario transitó todas las formativas logrando en 1996, un ascenso a la A1.
Sobre su historia con la naranja, comentó: «Yo creo que fue de familia y aparte me gustaba. De chico lo primero que tuve fue un balón de básquet», a lo que finalmente agregó: «Fui arquero de chico, pero no me gustó, era de madera. Así que me decidí y ahí empezó la pasión».
En 1999, le tocó la gran oportunidad en una durísima categoría, como lo era la Primera C. A los 15 años debutó en primera de la mano de Domingo Patrone: «Fue frente a Club Maciel, de visitante. Un ambiente súper picado y entré en el tercer cuarto. Era un pibito y me pegaron como loco, pero lo disfruté muchísimo». Una primera experiencia, con victoria incluida.

Para el 2004, encontró un nuevo camino en Villa Diego. Durante dos campañas defendió a Talleres RPB, para volver efímeramente al ‘Funebrero’ por un torneo. Seguidamente, pasó a Newell’s por tres temporadas, quedando a las puertas del ascenso a la Primera B en 2009. Un año después, retornó a su primer amor.
En CAOVA, disputó nuevamente el segundo escalón local, donde se mantuvo hasta el 2012. Tras un ascenso frustrado, el 2013 lo encontró en una corta inactividad. No obstante, junto al llamado de Néstor Gnass, recargó energías para un tercer ciclo histórico en el ‘Azul y Negro’.
Tras la obtención del Top 4, en 2014, Gavio quedó en las páginas del club formando parte del bicampeonato de la Superliga. «Aprendí mucho, junto a las bestias de Gabriel Domínguez, Pablo Maggi y Germán Muñoz«, destacó sobre aquella epopeya.
«Cada detalle y cada historia, no se borra más«.

Los últimos dos años mantuvo el nivel deportivo, pero no alcanzó para mantener la hegemonía en la ‘A’. Respecto a aquel plantel, confesó: «Era un equipo hermoso y súper unido. Había una onda terrible y te contagiaba, ni hablar de los festejos. Ojalá vuelva a repetir en algún momento. En lo deportivo, sumó muchísimo, aunque no tuve tantos minutos en cancha».
Concluyó su tercera etapa en su primer club y su nuevo camino estaba en Los Rosarinos Estudiantil. Allí, reconoció que «la segunda temporada, desde lo deportivo, fue su mejor año». Tuvo buenos partidos, muy metido y con ganas, pese a sufrir un descenso el año anterior.
«Me quedó la espina de haber bajado a segunda».

Sacando aquel mal trago, el jugador destacó la parte humana de ese momento: «Conocí gente muy linda, que me hicieron sentir muy cómodo y en lo personal, me ayudó mucho. Sumado al gran DT que tuve, Gustavo Roig, que me enseñó muchísimo y me aportó mucho en lo deportivo y en la vida».
Finalmente, en Talleres RPB encontró la continuidad que buscaba. En referencia a su amplia trayectoria, agregó: «A cada club que fui y la gente que conocí, me quedaron los mejores recuerdos. Me hicieron sentir siempre cómodo, tanto los chicos que eran del club, como directivos e hinchas. De hecho, hice grandes amigos, no sólo en el equipo, sino fuera del plantel».

Trayectoria
- CAOVA (1990/2003); (2006); (2010/2012) y (2014/2017)
- Talleres RPB (2004/2005) y (2020/ Actualidad)
- Newell’s Old Boys (2007/2009)
- Los Rosarinos Estudiantil (2018/2019)