En octubre de 1979, la NBA introdujo la línea de tres puntos, marcando un cambio significativo en el básquet. No obstante, no fue la pionera en esta innovación. Para descubrir sus orígenes y su expansión al terreno FIBA, hay que retroceder en el tiempo.
La génesis de esta regla se remonta a 1933. Allí, en un esfuerzo por contrarrestar el juego ofensivo de los gigantes de la cancha, se propuso la idea de colocar una línea a 7,62 metros. Herman Sayger, de la secundaria de Ohio, fue quien la propuso. Aunque, no existen registros oficiales que confirmen esta historia.
La propuesta de establecer una línea de tres puntos cobró vida en 1962 gracias a Eddie Ríos, un portorriqueño que buscaba nivelar las condiciones para los niños más pequeños. Fundó una liga de mini básquet para niños de seis a diez años e introdujo la línea de tres puntos como una adición reglamentaria.

Según cuenta, utilizó una plomada desde el centro del aro hacia la mitad de la cancha, marcando distancias de diez, once, doce pies, hasta finalmente dejar la línea a trece pies. Desde ese semicírculo, cada tiro valdría tres puntos, uno más que las canastas habituales.
La idea se propagó entre los fanáticos en diversas partes del mundo y, en 1967, la ABA adoptó la línea de tres puntos en su torneo. Sin embargo, la FIBA no incorporó esta regla hasta después de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, estableciendo una distancia de 6,25 metros. En 2008, se anunció un aumento de 50 centímetros, que se implementó en octubre de 2010.
En la actualidad, la distancia es un arco frontal de 6,75 metros desde el aro. Mientras que, las dos líneas paralelas a las líneas laterales situadas a 0,9 metros. La NCAA fue la última liga en aceptar esta regla en 1986, cuando curiosamente fue una de las primeras en probarla.