Claudio Grimaldi escribió su historia dentro del básquet al costado de la línea. Con ocho años, pisó el establecimiento de Atalaya, club que lo acobijó, resguardó y formó como persona. Ubicado a 50 metros de la institución, aquel chico que un día jugando en la calle con otros amigos se encontró con el básquet.
«Una persona mayor se nos acercó y nos preguntó si queríamos jugar al básquet, le dijimos que sí. A todo eso nosotros no habíamos agarrado una pelota nunca. Estuvimos al mando de Alberto ‘Tito’ Ornati. Él nos enseñó e inculcó el deporte y más que eso», explicó.
Además, agregó con añoranza: «A los seis meses, ya nos decían de bañarnos en el club. En ese momento, era a caldera con leña y él nos hacía cortarla. Cada siete meses, nos hacía pintar la cancha con una regla que ponía. Él me inculcó el amor al básquet y el sacrificio que conlleva tener todo para desarrollarlo bien. No sólo el dinero, sino poner la vocación y trabajo».
En el ‘Azul’ de la Sexta, realizó todo el camino de las formativas. Además, señaló que compartió cancha con «el mejor jugador de la historia del básquet de esa época, Daniel ‘Coco’ Montanini». También resaltó el papel de Ornati quien le infundió parte de su educación y formación.
En su andar en las categorías menores, remarcó: «Durante ocho años fuimos campeones en todas las categorías de Rosario». El salto a primera lo dio a los 15 años y luego de una corta carrera como basquetbolista, a los 21 decidió dar un paso al costado.
Claudio reconoció: «Dejé de jugar por mi indisciplina. En ese entonces yo ya estaba enseñando a los más chiquitos en las formativas y no era un buen ejemplo para que me vieran jugar. Lamentablemente tuve que dejar de jugar y me dediqué a enseñar».
Fuera de su rol como jugador se hizo cargo de las formativas de Atalaya hasta los 24 años. Su trayecto como entrenador cambió de rumbo cuando lo buscó Edison. Allí desarrolló un proyecto que duró 10 años. El ‘Turco’, comentó: «A mi entender se hizo un laburo bárbaro. A los años de estar en el club, ya le habíamos empezado a jugar de igual a igual a cualquier equipo de Rosario. Con jugadores netamente de la institución».
A partir de su primera experiencia realizada con éxito en Edison, varios de sus jugadores llegaron a la selección de la ciudad y la provincia. En su arduo trabajo en la institución de calle Iguazú 350 bis, fue Rosario Central quien posó sus ojos sobre Claudio para dirigir la primera y afrontar la Liga B. Adelante del ‘Canalla’ estuvo 10 años en forma alternada. Su primera experiencia duró dos temporadas y la última fue durante cinco años a pura gloria.

«De Central tengo todos los recuerdos. Tuve varios logros, entre ellos cinco campeonatos seguidos, participamos en la Liga B. Pero lo más importante es que siempre se conformaron grupos de jugadores que cómo personas son excelente. Si no teníamos una base de buenas personas, estoy seguro de que no hubiésemos podido lograr todo lo que conseguimos», resaltó.
En todo su recorrido al mando de Rosario Central lo realizó con las personas que siempre lo acompañaron en todas sus travesías. Destacó la labor realizada por José Luis ‘Pelado’ Marchica y Sergio Córdoba, a quienes definió como «profesionales con una capacidad de trabajo estupenda».

En su andar en la dirección técnica se destacan los pasos por Calzada, Sporstmen Unidos en dos oportunidades donde lograron el campeonato y con Echesortu. «Fueron años muy duros en los que dirigí primera, porque así eran los objetivos que me planteaba», remarcó.
De su paso por el ‘Verde’ de barrio la Sexta recordó: «A nivel deportivo fue muy lindo. Logramos cosechar cosas deportivas durante tres años. Además se conformó un gran equipo y tengo muy buenos recuerdo de personas y jugadores. Donde tuvimos el apoyo total de los dirigentes».
Luego de sus pasos breves por Echesortu y Calzada, mencionó: «Tuve vivencias muy buenas, con buenos grupos. Logramos los objetivos propuestos para cada competencia. Trabajé mucho en la parte de inferiores, son todos buenos recuerdos en esos clubes. Cuesta un poco más hacer este deporte, entonces se valora mucho más cuando se logra lo propuesto».
«Un año decidí decir basta. Creí haber logrado todo lo que quise, pero con el tiempo estoy un poco arrepentido porque sigo soñando con el básquet»
Sobre el cierre de su carrera, expresó: «Mi trayecto como DT lo comencé y lo finalicé en el club de mi barrio, Atalaya. El final fue todo lo contrario a lo que venía haciendo durante esos años. Con todas las primeras jugaba las finales de los Torneos de la Rosarina, pero me vinieron a buscar del club cuando había decidido dejar».
Y continuó: «Me pidieron un último esfuerzo. El club estaba peleando el descenso y fui a darles una mano. Logramos el objetivo de salvarnos y ahí dejé definitivamente».
En su experiencia cómo entrenador de formativas, comentó: «Hasta el día de hoy sigo sosteniendo que un chico a una determinada edad tiene que creer que puede ganar. Competir es mostrarse mejor. Otros lo toman de una forma diferente, desde la enseñanza».
«Yo creo que son las dos. A un chico le enseñás, pero si pierde todos los partidos se deprime y hasta puede dejar el deporte. Por eso la competencia, te hace todos los días un poquito mejor. Por mi parte, desde los 13 y 14 años hay que ganar. Es la única manera de poder progresar, como jugador y equipo», exclamó.
En contrapartida con la primera, dijo: «Me tocó dirigir muchos planteles profesionales y ahí ni que hablar, hay que ganar. Lo que siempre les dije a mis planteles a principios del año era: ‘O somos los mejores o somos un fracaso’. Así de simple. De esta manera generaba que el grado de tensión del jugador y mío estuvieran en un alto nivel».
Grimaldi rotuló: «Si hoy tendría que elegir, en formativas estaría más tranquilo. Para ver el progreso del jugador, eso es muy lindo desde lo humano. Y en primera se resume en resultados, en el momento no lo disfruto. Pero lo aprecio más con el tiempo».
En referencia a su hermano Cristian a quien formó y también dirigió en primera, confesó: «En primera medida él tenía unas condiciones bárbaras. Era cómo un entrenador dentro de la cancha, un jugador aguerrido. Realmente muy inteligente».
«Pero para mí, mi hermano tenía que ser un poco mejor que el que tenía en la competencia interna. A lo mejor jugaba el otro. Tal vez eso fue un error, porque merecía haber jugado un poco más. Me dio muchas satisfacciones. Primero es mi hermano y segundo cómo jugador», contó.
«Nunca lo reconocí, pero mi hermano tiene razón cuando dice que él me ha salvado en muchos partidos. Tenerlo a mi hermano era un plus para el grupo», finalizó entre risas.
Trayectoria como Jugador
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Trayectoria como entrenador
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