Manuel Córdoba, salió campeón muy joven con Ciclón y decidió emigrar al exterior, donde desarrolló casi toda su carrera. Luego de ocho años, vuelve a Colombia para ser el director técnico del equipo más ganador de la liga, Búcaros de Bucaramanga. En diálogo con Línea de Tres, el DT realizó un repaso de trayectoria y analizó su próximo desafío.
¡Suerte coach!
Tras largo viaje, @cordobamanu ya está en 🇨🇴 para comenzar el trabajo con @soybucaros previo al debut en la @DPB_Colombia.
¡Los mejores deseos en esta experiencia internacional, la Catedral te espera a la vuelta! 🇯🇪🔴⚪️💪🏀#VamosCDV #ValdiviaEsCDV pic.twitter.com/cgfc0P7Pe5— Club Deportivo Valdivia – Oficial (@CDVBasket) October 8, 2020
¿Cuánto hace que no estabas en Colombia?
-Hace ocho años que no estaba en Colombia, la última vez fue en 2012 cuando dirigí al equipo de Cimarrones.
¿Con que expectativas volvés a tierras cafeteras?
-Obviamente que las expectativas son las mejores. Soy un afortunado, de que el equipo que más campeonatos obtuvo en Colombia haya confiado en mi trabajo. Voy a esforzarme al máximo y tratar de poner en alto el nombre del equipo. Me contrataron para seguir manteniendo su prestigio.
¿Qué sensaciones te dejaron los primeros entrenamientos?
-Fue todo un poco rápido, la situación que se vive es compleja a nivel mundial y Colombia no escapa a esa realidad. Las restricciones de vuelos y los problemas para hacerse las pruebas de coronavirus, fueron algunos problemas.
El presidente y el dueño del equipo, Carlos Parra, han hecho un esfuerzo sobrehumano y afortunadamente ayer pudimos tener el primer entrenamiento con los jugadores colombianos. Si bien el tiempo es poco, hay que adaptarse a la realidad. Tenemos que tratar de mover al equipo lo más rápido posible y ojalá que el lunes, como está previsto, lleguen los extranjeros. Ellos van a ser una parte muy importante del plantel. El miércoles ya estaríamos compitiendo.
¿Cómo se va a reemplazar que no hayan llegado Lucas Ortíz y Rodrigo Gallegos?
-Son dos casos diferentes. Lucas Ortiz, decidió no venir por una complicación y después apareció fichado en Comunicaciones de Corrientes. El caso de Rodrigo Gallegos, es totalmente diferente. Lamentablemente no se pudieron conseguir las combinaciones que permitieran que él estuviera a tiempo acá y los costos eran muy elevados.
Más allá del esfuerzo sobrehumano que está haciendo el presidente del club, muchas veces no se cuentan con los recursos necesarios para poder hacer frente a la demanda económica. Es una pena muy grande no poder contar con Rodrigo. Lo hemos tratado de solucionar, estos días han sido de locos en tratar de fichar extranjeros que vengan de otro lugar no tan complicado. Fichamos un base dominicano que está más cerca y es más fácil de llegar y esperemos que pueda suplirlo de la mejor manera. Es una situación un poco molesta e incómoda también.
¿Te gusta el formato que se va a realizar en Cali?
-Lo que siento es que soy un bendecido. En esta época de pandemia, poder estar trabajando de lo que me apasiona y de lo que elegí como medio de vida. A todos los deportistas nos gusta trabajar con el público presente, uno trabaja es para que el público lo pueda disfrutar en vivo.
Lamentablemente no se puede hacer pero hay que agradecer a la gente de la División Profesional de Baloncesto (DPB) que ha hecho este maravilloso trabajo de poder darnos trabajo a los jugadores y entrenadores para poder mantener vivo el básquetbol en un momento que está siendo muy complicado para toda Sudamérica.
Salvo las ligas de México y la segunda división de Uruguay, las demás están paradas. En este momento entonces el formato pasa a un segundo plano creo que trataron de hacer lo mejor que pudieron y la evaluación vendrá después. Es la primera vez que vamos a jugar así sin público, tantos partidos seguidos. Mientras tanto agradecer esta posibilidad de poder estar desarrollando lo que tanto nos gusta.
¿Qué fue lo que más padeciste de la cuarentena?
-Prácticamente todo. Primero fue mucho temor por la desinformación que había y por las medidas extremas que se tomaron tanto en Chile como en Argentina, de estar encerrado y no poder salir. La verdad es que se pasaron momentos difíciles, sobre todo estando lejos de mi familia. Creo que después con un poco más de información y con cuidados, nos tenemos que ir acostumbrando a convivir con este virus. Vivir encerrados es imposible.
¿Tuviste tiempos para pensar lo que fue tu trayectoria en la cuarentena?
-Habitualmente, lo que nos falta es tiempo. Ese factor tiempo y sumado a que tuvimos que estar encerrados sin desarrollar nuestra vida normal, te lleva a distintos estados de ánimo. Obviamente reflexioné en un todo acerca de mi vida personal y profesional. Hubo momentos de capacitación, de introspección, descanso, incertidumbre y angustia. Fue un torbellino de emociones, sensaciones, sentimientos. Tratar de reinventarse y de salir. Es por eso que agradezco mucho a la gente de Colombia que han sido muy amables y me han brindado esta posibilidad.
¿Qué te llevó hacer entrenador de básquet?
-El amor a la pelota, en aquellos momentos en Argentina no había tanta formación de entrenadores y tanto nivel. Prácticamente, el que tenía habilidades para jugar al baloncesto o de liderazgo tenía la posibilidad. Yo a los 15 años ya estaba a cargo de chicos de 12, sin ningún tipo de estudio.
Al básquet en ese momento lo vivíamos de todas las formas. Yo fui todo, desde jugador, mesa de control, árbitro, limpié la cancha, llevaba las camisetas a lavar, etcétera. Ese amor al club de barrio, hace que uno quiera seguir ligado. Después ya me puse a estudiar el Profesorado de Educación Física pero con el objetivo de siempre, estar en el básquet. No reniego de la pedagogía, también trabajé a nivel escolar pero siempre mi objetivo fue estar mejor capacitado para poder enseñar mejor el deporte.
¿Qué entrenadores que te marcaron?
-La mejor manera de enseñar, es practicar. Creo que todos somos observadores de las conductas de nuestros pares. A mí me enseñó a jugar al basquetbol Juan Grimoldi, llevaba en la sangre enseñar básquet. Él hasta los 76 años todos los días arrancaba con su pelotita e iba al club a tirar al aro. Siempre tuvo eso de profesor antiguo, de preguntar qué pasó que no vino a practicar y pasar por tu casa para ver si estabas enfermo o si te iba bien en el colegio. Privilegiaba la persona por sobre el jugador, creo que él ha sido mi espejo más allá de que no tuvo una notoriedad de élite. Me inspiró a ser una mejor persona y un mejor entrenador, a predicar con el ejemplo.
¿Qué recordás de tu primer título en Ciclón?
-Fue una locura. Es un club tradicional de barrio que tiene una hinchada impresionante. Todos los años gastaba el dinero que no tenía para poder salir campeón. Cuando me contratan hicimos todo al revés. Encaramos con un presupuesto austero y dos pilares fundamentales: Adrián Bueres y Gastón Morange. Sumamos a un referente del club el ‘Beto’ Díaz y a dos jugadores de San Nicolás, todos jugadores con formación en la Liga Nacional. Jugamos un basquetbol exquisito.
Lamentablemente comenzamos el año con una suspensión y arrancamos a la cuarta fecha sin sumar ningún punto. Los recuerdos después fueron maravillosos. Sumamos la experiencia de Gonzalo Bogado, otro jugador muy útil y del ‘Coco’ Toñanes un referente del club que nos dio minutos de calidad. A todo eso se sumaron los chicos. Nos coronamos en cancha de Provincial, fue una locura. Entre 5000 y 8000 espectadores, una cancha repleta. De ahí me voy a Chile.
¿El tituló fue lo que te motivó para dedicarte a ser entrenador profesional?
-No. Yo desde el día uno, cuando salí del profesorado, trabajé profesionalmente. Soñaba con vivir del básquet. Quizás para los chicos que me tuvieron que padecer al principio pero hoy muchos se acuerdan bien de mi, era demasiado exigente pero a su vez también cercano. Teníamos una planificación y muchos llegaron a jugar Liga Nacional. Siempre soñé con dirigir y en Rosario tenía mi techo, porque en ese momento no había Liga Nacional. Siempre tratando de buscar esa oportunidad para dedicarme a trabajar de manera profesional y llegar a vivir de esto.
¿Cómo fue tu primera experiencia en Chile?
-El primer año fue duro. El básquetbol de Chile se ha desarrollado más en este tiempo y ha cambiado muchísimo, desde que yo llegué. La muestra de esto, son los podios menores que se consiguieron en los últimos años. Hace dos años, Chile fue campeón en el Sudamericano U17. Tengo la suerte de conseguir ese podio en Medellín en los ODESUR en 2010, hacía desde 1979 que Chile no conseguía un podio sudamericano. A partir de ahí empezó un cambio de mentalidad. La llegada de entrenadores argentinos provocó eso. Hoy el basquetbol chileno está muy influenciado por esta escuela Argentina.
Tuve la suerte de trabajar con las categorías menores y eso a futuro me dio mucho rédito, porque ellos cambiaron. Al término de un año, fuimos campeones invictos del Campioni del Domani. Provocó que los dirigentes del club entendieran que el cambio iba a ser mejor si apostábamos a un trabajo para los menores de 15 y 16. En aquel momento costaba que se entendiera, pero hay que conseguir resultados para poder conseguir mayor credibilidad en la palabra.
¿Te enfocaste en ser parte de la transformación de la competencia?
-Totalmente. Yo me propuse llegar a la Selección y después de tener una de mis amarguras más grandes de mi vida, lo logré. Perdimos la final de la Liga Nacional ese año, con un equipo que de presupuesto bajísimo y perdemos a nuestro extranjero. Afrontamos la final sin él, pero perdemos 4 a 0.
Después empezamos a reflexionar que nunca soñamos que en un año íbamos a jugar una final y a las 48 horas, el presidente de la Federación me firma un contrato a tiempo completo con todas las selecciones nacionales por dos años. Ahí empieza el cambio realmente. Conseguimos un podio sudamericano en Medellín y en Maldonado, después fuimos a los premundiales que se disputaron en Cancún, Maldonado, Alemania, Maldivas y después conseguimos un podio en Resistencia. Hoy tenemos a varios jugadores en el extranjero y que Chile empiece a exportar jugadores fuera del país, quiere decir que hubo un cambio importante.
¿Qué podes contar de tu primera experiencia en Colombia?
-Era la primera vez que tenían un equipo profesional. Con todo lo que implica ese primer año de aprendizaje, nosotros llegamos a semifinales que perdimos con el equipo de Guerreros, Búcaros fue el que se consagró. Ellos eran los dos equipos con un gran presupuesto. La experiencia para mí fue muy buena, yo encuentro que en Colombia hay un potencial increíble, un talento genético que lamentablemente no le han sabido sacar provecho.
¿Qué te dejó el primer campeonato en Valdivia?
-Fue muy especial. Hacía 15 años que no salían campeones. Tiene el gimnasio más lindo de Chile y todo evento deportivo internacional, se realiza allí. El club estaba muy mal y me tocó retomar la resucitación de la institución estuve 12 años, me dieron muchas oportunidades.
Traté de juntar a los jugadores de la ciudad que estaban repartidos por el país. Por lo que logramos economizar un poco y recuperar la identidad. Trajimos un jugador importante de Portland State y fue nuestro jugador diferente. Lo que vino después fue una locura, contratamos a otros dos extranjeros y la química del equipo fue impresionante. Dimos vuelta una serie en la que íbamos 2 a 0 y la ganamos 4 a 2, fue una locura. Con 20000 personas viendo el partido en una plaza y el estadio a reventar. Fue quedar a mano por todo lo que me dieron.
¿Cómo transmitís todos tus conocimientos en una semana?
-Hay que adaptarse a esta realidad, es mi desafío cómo entrenador. No es lo óptimo, pero uno tiene que tener esa lectura rápida y ver qué es lo que el equipo necesita. Lo que se sabe, pasa a un segundo plano.
¿Cómo definís a un equipo tuyo y qué es lo que no puede negociar?
-La actitud y el respeto no se negocian, si no hay nada de eso no vamos a ningún lado. El resto son detalles. Hay que ver que material tiene uno y ver que se puede llevar adelante con lo que tenga. Un equipo es un auto necesita todas sus partes y todos los jugadores tienen que entender su rol.
¿Cuál es tu objetivo principal con Búcaros?
-Debemos tratar de ser competitivo lo antes posible. Sé en el equipo que estoy, es el que más títulos alzó en Colombia. Después el torneo te pone en el lugar que te mereces estar. Los campeonatos no se ganan sólo con un gran presupuesto o individualidades.