Enrique Lancellotti, actual entrenador de Central Argentino Olímpico de Ceres, que disputa Liga Argentina, habló con Línea de Tres en una nueva edición de «Charlas de Instalive». Además, en sus inicios, ‘Quique’ también dirigió a Provincial y a Rosario Central, equipo al que sacó campeón y por el cual mantiene un gran fanatismo.
¿Cómo estás viviendo esa falta de básquet?
-La verdad que con ansiedad y rearmándonos, por suerte esta semana salió la posibilidad de volver a jugar nuestra tercera Liga Argentina. Es algo muy importante, estamos en semanas de conformación de equipo. Estoy viendo Liga Nacional y te empieza a agarrar ese gustito. Mirando todos los partidos, aprendiendo y esperando a ver cuándo vuelve la Liga Argentina.
¿Cuándo crees que sería conveniente que arranque?
-Si Dios quiere y todo va bien con La Liga, está armado para que en mitad de enero estemos comenzando los entrenamientos. Y a mitad de febrero o principios de marzo, estaría largando la Liga Argentina. No se sabe bien, la idea era burbujas de cuatro equipos cada 15 días. Todo depende del COVID-19.
Al llegar a Ceres, ¿se te cruzó por la cabeza formar parte de la segunda división del básquet de nuestro país?
-Logramos un tsunami deportivo en poco tiempo. A algún otro equipo tal vez le lleva décadas y Central pasó de jugar torneos locales a un Federativo por obligación, para no perder los jugadores. En ese mismo año hubo ascenso y en poquitos años nos encontramos con un ascenso en 64 equipos. Hoy disfrutamos de disputar una Liga Argentina con las diferencias económicas que tiene Ceres en comparación con otros clubes.
¿Qué diferencia notas en la Liga Argentina en estos últimos años?
-Me da la sensación que todo esto del país en lo económico, hizo en todas las ligas bajar el nivel. Los que estaban arriba, se fueron a otro país. Los que estaban en segunda, subieron y los que estaban en un tercer nivel subieron a la segunda. Cuando estaba en Rosario Central, nos tocaba jugar torneo de la provincia con equipos que hoy jugarían Liga Argentina. Tuve jugadores notables de Rosario: Gandoy, Bianchini, Allegranza, Robledo, Fior, Morello, Illia y Pereyra Dacosta, entre otros. Todos juntos, hoy con ese equipo jugarías tranquilamente una Liga Argentina.
¿Cómo es tu trabajo desde el convencimiento para traer a los jugadores a jugar a Ceres?
-Al principio no fue fácil, a Ceres vienen más del norte. Porque para ellos venir a Santa Fe es un progreso. Había que tener una ingeniería bastante importante para traer los jugadores. Fui un afortunado en elegir ciertos jugadores que nos dieron muchísimas cosas a la institución. Ahora es un poco más fácil, estamos en una categoría más profesional y se manejan con representante, ellos te ofrecen a vos. Que vos ofrezcas jugar una Liga Argentina gusta y mucho. Vamos consiguiendo lo que económicamente está a nuestro alcance.
¿Mejor equipo que dirigiste?
-Es difícil, porque con cada uno yo tengo los mejores recuerdos. Dirigí tres clubes solamente. En Provincial, el mejor recuerdo era de divisiones inferiores, ganábamos casi todas las categorías. En Rosario Central, ganamos un montón de cosas. Dirigí grandísimos jugadores de aquella época y disfruté mucho mí crecimiento como entrenador. Y Ceres se transformó en mí casa, soy un agradecido. En los tres clubes que dirigí, tengo mucho amor porque pase mucho tiempo de mí vida. Provincial, es mí lugar. En Ceres, lograr tantas cosas y que te reconozcan tanto. Voy por la calle y me agradecen, es muy lindo vivir en un lugar así. No sé si lo lograré en otro lado.
‘Quique Lancellotti es nuestro Gallardo en el básquet’ dicen en Ceres, ¿qué opinás?
-Le pongo mucha pasión a lo que hago. Los que me conocen me dicen ‘afloja un poco, te vas a morir en una cancha’. Le enseño a mis grupos que lo que lográs forma parte de la historia. Lo que ganaste, para el presente no vale nada y es lo que trato de convencer a los jugadores que tuve.
¿Dónde nace el fanatismo por el básquet?
-Mí viejo jugó al básquet toda su vida y dirigía. Era el ‘Gordo loco’ de Lancelotti en Rosario. A los 10 años me llevó a Sportsmen Unidos, era amigo de Foradori. Ahí empecé y estuve dos años y después pasé a Provincial a jugar. Siempre me gustó el fútbol y al básquet era bastante malo, pero notaba que el fútbol los entrenadores tienen poca injerencia. En el básquet tenés ese ego que todo pasa por vos. Me gustaba jugar al fútbol, pero dirigir el básquet.
¿Cómo fue tu progreso como entrenador?
-Hay un quiebre en Central, cuando llego para las inferiores y a la mitad de año me hacen tomar la primera. No estaba muy convencido y me toca salir campeón en un torneo que fue una locura. En ese momento, se me reconoció como entrenador de primera. Fui ganando un espacio que mantengo al día de hoy. En la pandemia aproveche para estudiar muchísimo.
¿Cómo ves que Central, Newell´s y Provincial hoy no están compitiendo a nivel nacional?
-En Provincial es distinto, porque los otros son clubes de fútbol. Allí, nunca se pudo armar una comisión de básquet desde que yo me fui. Me toca irme en el 2005, dirigí la primera dos años de entrenador y decidí irme, ese año Provin desciende y yo termino saliendo campeón con Central de primera. Fueron sentimientos encontrados. Newell´s y Central son clubes de fútbol, nosotros salíamos campeones de la local y queríamos jugar Federativo y te decían ‘tienen que esperar, el fútbol perdió tres partidos’. Te ibas con una bronca. Yo me fui y al otro año compraron plaza de TNA. Después la regalaron.
¿Cómo definirías a tus equipos?
-Nosotros en Ceres definimos una defensa muy agresiva, como nos gusta a todos. Ofensivamente me gusta mucho correr y jugar sin pique. Hoy el básquet moderno marca eso, se bajó de 30 a 24 y en cualquier momento de 24 a 21, cada vez más rápido. Hay que ser pensante y explosivo, les doy libertad a mis jugadores para jugar.
¿Qué es lo más difícil para un entrenador?
-Lo más difícil es tener la misma pasión que tiene uno por el deporte. Si yo pierdo estoy enojado, fastidioso. Me molesta que perdamos y que alguno se ría, antes me peleaba pero ahora lo aprendí a manejar. Trato de transmitir esa pasión, porque desde ahí se construye lo bueno.
A la hora de seleccionar refuerzos, ¿en qué es lo primero que te fijas?
-Eso fue cambiando, antes no teníamos las chances de ahora. Eran estadísticas en una lista, un representante, los videos eran VHS. Hoy tenés de todo en internet. Cuando decidís por alguien tenés que tener un buen ojo. Siempre me toco estar en clubes que tenían una billetera grande, salvo en Central.
¿En algún momento surgió la posibilidad de dirigir Liga Nacional?
-Me tocó la posibilidad de dirigir equipos importantes de Liga Argentina, pero no me surgió de entrenador en Liga, sino de ir de asistente. Uno se hizo entrenador y quiere ser entrenador, pero creo que decidí la mejor para mi familia, que es quedarnos en Ceres. Estamos cómodos con nuestra casa, Ceres es un lugar tranquilo donde todavía podemos dejar la puerta abierta. Esta zona de confort que tengo, es difícil de cambiarla.
¿Cuáles son los tres momentos más importantes que te dio el básquet?
-En Rosario Central, el primer campeonato de primera. Agarré un equipo que no esperaba nadie y le ganamos a Sportsmen Unidos, que era un súper equipo, en la final. Se jugó en la cancha de Sportivo América con 3000 personas. Ganamos 91 a 90 y 96 a 95, súper apretados. De las 3000, 2500 eran de Central, coreando mí nombre. Cada vez que lo cuento se me pone la piel de gallina. El primer campeonato en Ceres, llego y pierdo la final. Al segundo, le ganamos la final a Atlético Rafaela, en un partido accidentado que se suspendió. Se jugó después de un mes y ganamos en suplementario en el quinto juego. Por último, el ascenso en la cancha de Lanús, histórico. La gente hizo 1100 km para ver ese partido, fue algo hermoso que nunca voy a olvidar en mí vida.