Chiara De Virgilio, actual jugadora de Keiser University, dialogó con Línea de Tres en una nueva edición de «Charlas de Instalive». En la entrevista, habló sobre la actual temporada en la National Association of Intercollegiate Athletics (NAIA) y cómo vivió su 2020.
Chiara, nació el 12 de febrero del 2000, en San Carlos de Bariloche. Empezó a practicar el deporte en Temperley y en 2014, pasó a Atalaya. Luego de cuatro años en el ‘Azul’, fichó por Vélez Sarsfield para disputar la Liga de Desarrollo.
Posterior a su experiencia en el club de Liniers, llegó a Cloud County Community College de Estados Unidos. Estuvo una temporada y, en el receso de 2019, volvió a Atalaya. En ese mismo año, fichó para Jefferson College, institución en la que estuvo hasta fin de año. En 2020, la perimetral selló su traspaso a Keiser, su universidad en Florida.
¿Se alojan en el campus?
-Sí. Hay dos tipos de departamentos diferentes y yo estoy en la habitación de una compañera.
¿Cómo es el tema de las comidas?
-Tenemos una cafetería para todos, con sus horarios para las respectivas comidas.
¿Tenes una rutina estricta para?
-Realmente las rutinas son muy parecidas. A la mañana entrenamiento, seguido de clases al mediodía y al final, a la tarde, hacemos trabajos o vamos a tirar al aro.
¿Cómo te va en la Universidad?
-Bien, por suerte ya casi termino. Estamos rindiendo los exámenes finales y después hasta el 11 de enero no arrancamos el segundo semestre.
¿Qué estudias?
-Estoy en una rama relacionada a la kinesiología. Se llama terapia física.
¿Cómo arreglas los tiempos para estudiar y entrenar?
-Los días son eternos, pero está lo suficientemente organizado para que te vaya bien. Uno tiene mucho apoyo en las clases y si necesitas un tutor, te lo ofrecen.
¿Estas completamente adaptada a la vida del campus estadounidense?
-Más allá del cambio seguido de universidad, como todas no eran muy grandes y manejaban los mismos sistemas, fue fácil la adaptación.
¿Los cambios universitarios fueron de la mano con la carrera o solamente los equipos?
-No, solamente los equipos. La idea de estudiar lo mismo siempre estuvo.
Se sabe que naciste en Bariloche y luego te mudaste a Rosario ¿Cómo se dio? ¿Te hubiese gustado vivir más tiempo en el sur?
-Primero mi papá le surge un trabajo en Rosario y sumado a que mi mamá es rosarina, cuando tuve un año nos mudamos. Desde ese entonces no me fui en un largo tiempo. Por un lado sí y por otro no. Me hubiese gustado aprender a esquiar a temprana edad, pero por el otro lado no me gusta el frío y la hubiera pasado mal.
¿Por qué arrancaste a jugar al básquet?
-Empecé porque mi mamá consiguió trabajo en Temperley. Mientras la acompañaba, mis padres ya tenían la idea de incluirme en algún deporte. Le terminé tomando el gusto a tirar al aro. Después a los 14, ya estaba en Atalaya.
¿Quién te dirigió en Atalaya?
-Cuando llegué, me empezó a entrenar Luciano Cardinal y un año después Mariano Junco. Al final, lo tuve a Marcelo ‘Pichi’ Sandoval.
¿Cómo fueron las experiencias de haber salido campeona de Liga Nacional y subcampeona con Atalaya?
-Particularmente, el 2015 fue muy lindo. Siempre que nos juntamos con las chicas recordamos ese momento. También se dio que era mi ultimo año de juvenil y tuve un rol más participativo en ese aspecto. Pero en general, me gustó por los viajes y experiencias.
¿Cómo viviste las convocatorias a las diferentes selecciones rosarinas, santafesinas y la Pre-argentina? ¿Estuviste cerca de quedar en la Nacional?
-Siempre me gustó viajar con el equipo y pasarla bien. Disfruté todos los pasos que tuve por las selecciones. Más que nada el primer año, tuve más chances de conseguir un lugar. Aunque haya quedado en los últimos cortes.
¿En que momento te diste cuenta de que podías tener futuro como jugadora de básquet?
-Creo que en mí ultimo año de juvenil, cuando decidí que quería más. Buscaba probar algo nuevo para medirme, saber si podía seguir jugando o no.
¿Cómo fue la primera experiencia fuera de Rosario?
-Al principio no caía. Pasé del día a día con mis papas llevándome a todos lados y después encontrarme viviendo con mi tía, yendo a entrenar a Vélez. Aun así, con el paso del tiempo uno se va terminando de acoplar con las amistades que va haciendo.
¿Hay mucha diferencia entre el básquet rosarino con el Metropolitano?
-Depende la competencia que juegue. En Buenos Aires, al haber muchos más equipos se eleva. Pero el nivel aumenta drásticamente en la Liga Nacional.
¿Cuándo te enteraste que viajabas a Estados Unidos?
-Oficialmente en mayo de ese mismo año. Apareció Cloud County Community College con una beca completa y no podía desaprovecharlo.
¿Cómo tomó tu familia la distancia?
-Estaban tristes porque me iba, pero a su vez contentos porque me iba a hacer algo que yo quería y que habíamos empujado tanto. Los primeros meses fueron duros, pero nos supimos adaptar.
¿Cómo fue el primer momento en el que llegas al país y te encontrás realizando tu sueño?
-Salí del aeropuerto, y mientras esperaba al asistente me preguntaba qué hacía tan lejos de casa, en Estados Unidos. Al no haber tenido nunca una conversación fluida en ingles con un norteamericano, me encontré en una situación muy loca y rara.
¿Cómo fue el cambio cultural?
-Primeramente, la vivencia en el campus fue sencilla, teniendo todo cerca y a las personas guiándome. Luego por lo social, apenas llegué pude hacerme amiga de uruguayos y colombianos. Hablaban español y estaban en la misma situación que yo. Supimos ayudarnos los primeros meses mutuamente, hasta que pude amigarme más con el inglés.
¿Y la cuestión académica?
-Son muy flexibles con eso. Entienden que uno es internacional y todo el tiempo tratan de ayudar. Tenía una clase en la que me hacían hablar de frente a la misma y valorizaban eso mismo.
Durante el primer año que es siempre el más duro, ¿en algún momento se te dio por pegar la vuelta?
-Uno extraña un montón y la sensación es muy rara, pero al final entendí que estaba ahí por algún motivo que te empuja y me terminé adaptando.
¿Cómo fue tu adaptación del básquet argentino al universitario norteamericano?
-Fue difícil y todavía estoy en ese proceso. Mis compañeras juegan distinto, cuesta entenderlo. Pero al final, es básquet.
¿Qué posición tuviste que entrenar?
-De base principalmente. Gran parte de mi carrera fui escolta o alera, así que tuve que acomodarme en esa posición.
¿Cómo se dio tu primer cambio de equipo?
-No terminaba de entender al entrenador y tampoco me daba las posibilidades. Así que, preferí no perder mi tiempo y se dio que la siguiente universidad ya me había tenido en cuenta. No ingresé antes por el examen de ingles.
Antes de pasar a Jefferson tuviste un breve paso por Atalaya. ¿Cómo fueron los tres meses en Argentina y Rosario?
-Lo disfruté mucho. Haber vuelto a jugar con mis amigas, me encantó.
¿Cómo describirías tu temporada en Vikings?
-Fue un buen segundo año. Me dio mucha motivación a seguir jugando y la entrenadora ayudó mucho.
¿Por qué se dio tu tercer cambio?
-Estaba en mi ‘Senior College’. Después de dos años me tenía que cambiar si o si, entonces apareció esa nueva oportunidad.
¿Cuál fue la ciudad que más te gustó?
-No te voy a mentir, la actual me gusta mucho. Pero en mi segundo año, al tener todo cerca fue mucho más cómodo.
¿Cómo viviste los días de aislamiento?
-La segunda semana me pareció muy duro. Cuando se está bien físicamente, estar encerrado no fue nada lindo.
¿Por qué la kinesiología?
-Siempre me gustó esa rama. Me interesa mucho el tema de la rehabilitación, no me veía haciendo otra cosa.
¿La universidad te facilita lugares de aprendizaje o trabajo para quedarte?
-Me quedan dos años de carrera y puedo hacer un master, pero la beca no me sostiene mucho más. Al final, por tema económico conviene vivir fuera del campus y ahí especializarte.
¿Cómo fue tu progreso en el inglés?
-Si bien el primer año lo mejoré, el segundo al compartir habitación con chicas que hablaban español no lo utilicé tanto. Pero igualmente lo mejoraba en las clases.
¿Quién fue el entrenador que más te marcó?
-De toda mi carrera, Mariano Junco. Me cambió mucho la forma de mirar el juego. Desde los conceptos y las reglas me permitió acoplarme a otras competencias.
¿Qué tuviste que mejorar?
-Principalmente el idioma, por el entendimiento con el resto del plantel. Más que nada siendo base.
¿Los entrenadores allá son más cercanos con el jugador o estrictos?
-Fue mejorando con los años. Ahora es todo mucho más fluido y puedo hablar con la entrenadora por temas de juego y te ayudan. Está bueno tener esa comunicación.
¿Tienen una dieta personal cada jugadora?
-Es difícil mantener una dieta. Al ser una cafetería, poder elegir que comer, pero no específicamente.
¿Te imaginabas ser lo que sos hoy o esperabas otra cosa?
-La verdad que al principio no tenia expectativas. Esperaba cualquier cosa y en el sentido de juego no imaginé si iba a mejorar o empeorar.
¿Tenes referentes dentro del básquet?
-No tengo a alguien como tal, pero si veo a muchos de los que juegan en mi posición.
¿Cuáles son tus objetivos para el futuro?
-A corto plazo, poder terminar esta temporada de la mejor manera. Poder estar al 100% y conseguir algún logro. Después poder experimentar en Europa.
¿Cuándo vuelven a jugar?
-Este sábado y domingo. Ahora nos preparamos todos los días con tres horas de entrenamientos, aparte de lo física.