Carlos Gorosito, se sumó a una nueva edición de ‘»Charlas de Instalive» y nos contó cómo es su vida en el extranjero. Por otra parte, explicó cómo es la competencia ecuatoriana en tiempos de COVID-19 y el extrañar volver «a casa». Gorosito, actualmente, es entrenador de Audaz Octubrino en la Liga Nacional Femenina de Básquet de Ecuador.
El rosarino, ostenta más de 35 años de trayectoria en el básquet de primera. De cuna ‘Leprosa’, lleva años en Ecuador trasladando la escuela del juego de nuestro país. Su equipo, se mantiene invicto en lo que lleva del torneo y buscan prolongar la racha ganadora.
¿Cómo son los protocolos de las burbujas en la liga?
-Jugamos cada 15 días, se juegan tres partidos en un mismo fin de semana y previo a cada participación tenemos que hacernos una prueba PCR para poder entrar a la burbuja. Competimos, volvemos a casa y a los 15 días volvemos a competir.
¿Cómo se prepara a las jugadoras para enfrentar tres partidos seguidos?
-Estamos yendo de menor a mayor, teniendo en cuenta la fecha de competencia. Empezamos muy ligero y siempre haciendo trabajos integrados. Estoy convencido de que el trabajo físico debe estar unido al técnico-táctico. Es mucho más llevadero para las chicas y psicológicamente se hace más liviano.
El pasar de los partidos, ¿hace que las jugadoras tengan más rose físico y logren un juego más dinámico?
-Tenemos una particularidad con este equipo, es un poco fiel a mí filosofía. Con muchas jugadoras jóvenes. También tenemos cinco jugadoras estelares, que son realmente top a nivel nacional. La mayoría están dando sus primeros pasos en la Liga. La idea, es conjugar un mix de experiencia y juventud.
¿Cómo se lleva de forma tranquila a una jugadora que está dando sus primeros pasos?
-Primero, tenemos que tener en claro que nosotros los entrenadores trabajamos para los jugadores. Debemos poner nuestra capacidad a su servicio, buscando desarrollo. Para que a partir de ahí, pueda dar el máximo rendimiento del equipo.
¿Los entrenadores argentinos son muy distintos a los extranjeros?
-Sí, Ya desde la concepción de la ideología del juego somos muy distintos. Nosotros queremos un juego dinámico, pero inteligente. Mientras que aquí, la idiosincrasia ha sido siempre el de correr y correr jugando un básquet agresivo y dinámico, pero no tanto a la parte de comprensivo o lo intelectual.
¿Cuáles fueron los entrenadores que te formaron primero como jugador y después como entrenador?
-Mis raíces las hice en Servando Bayo, un club que amo y que siempre estaré agradecido. De no haber sido por ellos, hoy no estaría donde estoy. Aprendí el amor por el deporte y por lo que uno hace. En mí Servando, tuve Mauro Games. Ya siendo entrenador, mis mentores fueron Víctor Enrique Hachuc es como mi papá en el deporte y Pablo D’Angelo con quien jugué en Newell’s.
¿Te tocó tener algún grupo difícil para implantar tu idea de juego?
-Como grupo no, aunque siempre podes tener grupos difíciles. Una de las cosas más importantes en esto, es saber que todos somos seres humanos y tenemos errores. Si he tenido tipos muy difíciles, no hace mucho tiempo hubo un dominicano que me hizo la vida de «cuadritos».
A esos jugadores, ¿se los puede integrar para que vayan todos al mismo lado?
-Se puede, siempre y cuando tengas el apoyo incondicional de los dirigentes. Cuando la cabeza está unida es fácil arrear el ganado en una sola dirección. Cuando no es así, es difícil. El jugador está siempre midiendo y si ven que no tenés el apoyo total, se apoya para encontrar lo que más le conviene a él.
¿Cómo era el Carlos Jugador?
-No me gusta mentir, era malo (risas). Era lo que hoy llamamos un jugador de rol. Defendía, corría y tenía muchas ganas, pero pude jugar hasta juveniles porque tuve muy buenos compañeros. En Newell’s, salimos campeones de Rosario con una camada de oro.
Hablando de Newell’s, ¿cómo vez hoy a la institución?
-Soy hincha de Newell’s, tengo sangre ‘Rojinegra’. Me duele muchísimo, el básquet en el club se destruyó después de la presidencia del doctor Eduardo Gallo. Desde allí, no ha dado pie con bola, no ha tenido un sustento y duele. Ojalá haya un cambio en algún momento. Me gustaría ser participe de ese cambio.
Si te llaman hoy para ser el entrenador y comenzar una renovación, ¿lo tomarías?
-Totalmente. Si hay algo que he aprendido, es que los argentinos somos muy arraigados a lo nuestro. Hace muchos años que estoy fuera de Argentina y todavía sigo llorando cada vez que escucho el himno. El amor por la camiseta no se pierde nunca, aceptaría con total orgullo ir a dirigir y empezar de cero un proyecto serio y a largo plazo.
¿Cuál fue el mejor jugador que dirigiste?
-Se me vienen muchos a la cabeza, de allá se me viene a la cabeza un distinto. Gabriel Domínguez y como extranjero el que más me impresionó fue un americano, Chris Massie.
¿Hay mucha diferencia entre los equipos masculinos y los femeninos?
-Sí Nunca me había gustado el básquet femenino, a pesar que mis hijas y mi hermana están ligadas al básquet. Nunca había sido tan seguidor. Aquí en Ecuador aprendí a quererlo, las mujeres aquí son más pasionales. Pero obviamente el trato es diferente