En Rosario, los grandes equipos de barrio no están exentos del drama del descenso. Conjuntos del básquet local, llenos de historia, han perdido la categoría y tenido que empezar nuevamente desde una división inferior en la Asociación Rosarina.
Así lo confirmó aquel plantel de Ben-Hur que festejó por última vez, con el concierto final de Los Rolling Stones en 2014. Tras el descenso del siguiente año, un 6 de junio de 2017, regresó a Primera B con total hegemonía, dominación y una marca registrada; pertenencia ‘Benhuriana’.
En 2015, previo a la nueva campaña en el segundo escalón rosarino, Pablo Menecier le dejó las riendas del futuro a un joven Andrés Malajovich Farruggia surgido de la cantera del Abasto. Encabezó por primera vez una primera división y como era de esperarse, las condiciones impuestas en la Primera B, resultaron totalmente abruptas.
Así lo contempló el técnico: «El descenso fue muy duro en lo personal. Cuando me tocó dirigir la categoría, ya se veía venir el resultado por la falta de presupuesto. Los que habían subido a la B el año anterior se iban a otros clubes o dejaban de jugar. Pero todos los jugadores mayores fueron muy importantes».
Con la salida de sus estelares y el retiro de varios pilares importantes, Ben-Hur se encontró en plena reconstrucción. Por eso la inclusión de juveniles, frustrados por la evidente falta de oportunidades en primera división, fue asumida inmediatamente por Farruggia y así también lo asimilaron los viejos caudillos, todavía vigentes, referentes del subcampeonato 2009.
Primeramente, los veteranos Nicolás Bucher, Juan Pablo Cordera, Guillermo Acuña y Nicolás Vivaldi se mantuvieron firmes luego de la anterior campaña. Pablo Rausch volvió a la institución y junto a Alejandro Rébora, nombrado capitán, se convirtieron en la carta ofensiva principal de aquel plantel plagado de jóvenes.
Francisco ‘Pancho’ Canevari, por su parte, fue designado como el base titular desde la perdida de la categoría hasta el regreso. «Andrés me dio una confianza enorme, desde el primer partido fui el base titular», explicó ‘Pancho’, quien antes de consolidarse en primera división confesó un sentimiento angustioso por «no haber estado a la altura tras el descenso».
En 32 partidos jugados, el saldo que se registró fue de una victoria y 31 derrotas. Olvidable temporada, donde la ‘BH’ festejó sólo una vez y abandonó la categoría de forma muy prematura, en la segunda rueda de la reclasificación por la permanencia.
Pese a ello, el oriundo de San Martín de Carlos Pellegrini, Marco Abratte, se reafirmó como el máximo anotador del plantel. «No conocíamos la categoría, tratamos de poner la mayor garra posible. Lamentablemente no nos fue muy bien. Me quedó el sabor amargo de que los partidos no eran de una diferencia abismal», reflexionó ya con la con la pérdida de la categoría consumada.
«Realmente empezaríamos a formar una idea en el semestre siguiente. Había con qué y tarde o temprano se iba a dar».
Con el regreso consumado a la última divisional local el plantel ‘Benhuriano’ se mentalizó. Apuntó alto para la vuelta, con un un refuerzo e integrantes conocidos de la casa. Primero, a la re-incorporación de Cristian González, sumó una cara nueva.
Las figuras que venían desarrollándose lentamente, de a poco apuntalaron el talento. Pero, quizá sin darse cuenta, cruzaron todos los límite al sumar ese año al iniciado en Americano de Carlos Pellegrini, Emiliano ‘Pocho’ Colmegna.
«El acople fue inmediato y el trato de los chicos hacia mí fue espectacular», comentó ‘Pocho’.
En ese año, Emiliano se apartó de la alta competitividad y se mudó a cuatro cuadras del Nicola Rado. Dos años más tarde, comenzó a reintegrarse de forma esporádica al básquet y a los libros históricos de Ben-Hur en los dos torneos de Primera C consiguientes.
Las expectativas deportivas no fueron las únicas en superarse: «Al único que conocía era a Marco por ser de mi pueblo, no mucho más. Desde un primer momento planteé que no podía concurrir a todos los entrenamientos o partidos por mis horarios y no importó. Se me trató como uno mas del grupo».
Después, agregó: «Siempre hubo muchísimo respeto de los compañeros, se portaron un millón de puntos». El experimentado interno cerró su carta de presentación como uno de los máximos anotadores (NdR: en el primer semestre del 2016 anotó 329 puntos).
Pese a un comienzo desalentador, los ‘Benhurianos’ se jactaron de que podían lograr la reivindicación, en aquel doble campeonato. Se comenzó con una victoria sobre Edison y el conjunto de Farruggia descubrió la otra cara de la moneda.
Seis victorias seguidas en la primera parte del Apertura confirmaron el cambio y poco a poco enterraron viejos fantasmas. Con un récord 17/6 a favor bastó sólo un paso en falso frente a Talleres de Arroyo Seco que los dejó en las puertas del ascenso. Ben-Hur cayó derrotado por 79 a 76.
La segunda parte del año no fue muy diferente. La idea de juego y el grupo se mantuvo, así como las victorias y el objetivo anhelado por todos los participantes de la categoría. En la penúltima fecha de la fase regular se dio un famoso deja vu. Al igual que hace ocho años, el muro que la ‘BH’ debía sobrepasar estaba en zona norte. Fue 82 a 71 a favor de Sportivo Federal.
La decepción y la bronca eran evidentes al quedar otra vez a un paso del objetivo. No obstante, la regularidad y la mentalidad ganadora siguieron firmes. Con el final del Clausura y un récord de 16/4, el saldo anual acreditó un 33/11 con total positivismo. Se consolidó una idea y los refuerzos se amoldaron.
La temporada doble contempló la explosión de esos talentos eclipsados; Canevari se afianzó como el base titular, Maximiliano Arias y Juan Pablo Fernández asomaron de a poco en el perímetro, acompañados por los mayores como Ruíz, Colmegna y Abratte.
En 2017, con la jerarquización del plantel en la totalidad de su estructura, se tomó el rol de candidatos. Esto llevó a aquel plantel a catapultarse como protagonista principal, manteniéndose imbatible con el correr de los partidos.
Un ex Rosario Central arribó. Bernardo Marcó, fue la ultima pieza del rompecabezas que desbarató la forma de jugar de varios equipos con bases sólidos, defensas aguerridas y ejecuciones ofensivas aun más efectivas. La intensidad se trató como una moneda corriente en cada partido.
«La pasamos realmente bien más allá de la superioridad basquetbolística, pero en líneas generales siempre tuvimos un gran nivel», comentó el ‘Pocho’ sobre aquel semestre dorado. Su horario laboral le permitió tener mas participación en una campaña implacable.
«Ni el mas optimista hubiera pensado que íbamos a ascender invictos», declaró Farruggia.
En su tercer año al frente del equipo, el artífice principal del proceso, se sinceró. Se trabajó, se sudó y en algún momento el esfuerzo para cumplir el objetivo a toda costa debía ser recompensado, pero aquella campaña rompería completamente las expectativas.
El último eslabón divisional, tanto histórico como menospreciado, fue dominado de forma pocas veces vista hasta la época y de principio a fin por Ben-Hur. Nunca se llegó a depender de otro factor, que no fuera el propio, ejemplificado con Abratte, Ruíz y Canevari al frente.
«Poder conseguir un ascenso con el detalle del invicto, tener mucha presencia de chicos salidos de inferiores y que sea con mi club fue un sueño hecho realidad. Fue el puntapié para consolidarme como entrenador», cerró el DT.
Tras la victoria frente a Garibaldi, volvió a ser goleada y la cancha se tiñó de naranja. Las emociones de los juveniles y los mayores se unieron en abrazos sinceros, con un marco espectacular. Tras largas décadas de sequía en el ámbito masculino, la ‘BH’ volvió a gritar campeón en un certamen oficial de la Rosarina.