Ariel Bernardini comenzó su carrera en Temperley y con tan sólo 17 años ya jugaba en primera división. ‘Yoyo’ Caballero, quién había ido a ver a Ricardo Palacio, vio jugar a Ariel y lo tentó para que vaya a jugar Liga Nacional. Llegó a Provincial, donde estuvo tres años en el club y lograron el ascenso al círculo superior; pero se presentaron numerosos inconvenientes políticos-deportivos y el club se vio obligado a desertar de La Liga sin haber descendido.
«En esa época en el club se decía que nosotros robábamos la plata, pero en realidad no éramos nosotros, sino que había un integrante del equipo que se la llevaba toda, ya que los restantes recibíamos una paga pequeña», declaró Bernardini hace unos años.
Luego recaló en San Andrés de Buenos Aires, sobre aquella etapa, relató: «Fue una etapa difícil. Me fui solo a Buenos Aires y me resultó muy complicado. En la primera temporada no me fue bien y tuve una lesión en mi brazos. En la segunda anduve mejor. Con un equipo joven hicimos una gran campaña». De allí. se fue al sur y tuvo un paso por Gimnasia de Comodoro Rivadavia, sin mucha participación al comienzo.
«Se me presentó la oportunidad de firmar un contrato por casi el doble de lo que ganaba en San Andrés y no lo pensé, me fui al sur. Pero ahí me di cuenta de que estaba cada vez más lejos y aislado de los míos y eso hizo que me sintiera muy mal», recordó de su paso por el Gigante del Sur.
Y agregó: «Las lesiones son una cruz que llevo en mi vida. Y Comodoro no podía ser la excepción. Tuve una lesión en el tobillo y al demorarse la recuperación me llevó a abandonarme en mi vida personal. Cometí algunas equivocaciones, de las que por suerte pude salir».
Ariel se había casado. El amor fue un cambio fundamental en su vida y desde Comodoro viajó a Mar del Plata para sumarse al Peñarol del Che García. «Formamos un buen equipo, no tuve un buen rendimiento al punto tal que el Che me quiso cortar. Pero como tenía contrato no tuvo más remedio que aguantarme», contó con mucho dolor.
«Trajo otros jugadores para poder dejarme de lado, pero con mucho amor propio me puse bien físicamente, me gané un lugar en el grupo y García no tuvo más remedio que ponerme de titular. No sé qué problema tenía conmigo. Quizá no le haya gustado mi forma de ser».
La temporada siguiente fue el goleador del equipo y consiguió un récord de 17 partidos consecutivos sin perder, pero cuando mejor andaba una lesión en el tendón de Aquiles sacudió de forma abrupta su realidad. Lo dejó sin jugar los playoffs. Fueron 15 meses de inactividad por esa lesión, ya que debido a inconvenientes quirúrgicos debió ser operado en tres ocasiones. Los doctores no podían asegurarle su continuidad en el baloncesto.
A ese infortunio se sobrepuso, en la inauguración del Polideportivo con el clásico marplatense como marco. Hasta los hinchas de Quilmes corearon su nombre y lo alentaron, sabían todo lo que había sufrido para poder volver.
Pero su historia continuó, tuvo un corto pasaje en Regatas de San Nicolás donde anduvo bien y comenzaba a reencontrarse con el Ariel que salió desde la cantera de Temperley. Sus grandes actuaciones, le valieron que al año siguiente Julio Lamas lo llevara a Boca Juniors. En un equipo sin figuras consiguió su segundo título liguero, pero el club no le renovó el contrato. Tuvo la suerte de participar en el Juego de las Estrellas de la Liga Nacional y en el Juego del TNA, donde fue galardonado como MVP en el 2000.
«Cada vez que me pasó algo bueno, llegó un bife por otro lado. Por cada alegría que tuve, la vida me devolvió una trompada». La frase le pertenece a Ariel, que venía de varios golpes en la vida, pero no estaba preparado para el peor. Manejando su auto chocó contra una columna. Aprisionado dentro del auto en llamas, sufrió graves quemaduras en las piernas. Atravesó varias operaciones con anestesia total, un período de transición y después baños y más baños.
Así le relató el hecho a Clarín, en plena rehabilitación: «Lunes en Villa Constitución, estaba muy deprimido porque el equipo no andaba bien. Habíamos jugado contra Olimpia, quebramos una racha de tres derrotas seguidas. Pero yo jugué muy poco y no anduve bien. Tuve la sensación de que no era la solución que Regatas había buscado al contratarme. Después del partido agarré el auto y salí a manejar, a escuchar música. Llegué a un tramo nuevo de la ruta, mal señalizado y peor iluminado. Allí hay una curva a la derecha y al final un cantero con una columna».
Y culminó rememorando: «Creo que me distraje; no recuerdo bien. Me despertó el dolor de las piernas que se me quemaban. Ahora depende de mí. Si me dejo vencer por el dolor, no voy a lograr nada. Tengo que poner toda mi voluntad para seguir adelante a pesar de todo. Para el próximo torneo voy a estar. Es una deuda que tengo conmigo y con la gente que me aprecia y me lo demostró cuando lo necesité. Voy a volver».
Por otra parte, a Olé, le contó: «El diablo me agarró de las patas, por eso se me quemaron, me quiso llevar pero no pudo».
Bernardini es el exponente de la fortaleza humana, la voluntad y el amor propio, del valor para sobreponerse a los castigos más crueles del destino. «Siempre fue así y no sé por qué me tocó todo a mí. Debo estar pagando por lo que hice mal yo y muchos otros. Se separaron mis padres; a los 12 años perdí a mi mamá por un cáncer, viví durante algún tiempo todas las porquerías de la calle y como jugador soporté de todo».
16 años militando en distintos equipos de la Liga Nacional de Básquetbol, durante los que ganó dos campeonatos (Peñarol de Mar del Plata en 94′ y con Boca Juniors en 98′), Ariel Bernardini a los 33 años se quedó en Rosario aportando hasta el retiro en el club de sus amores. Culminó su carrera profesional con 8007 puntos, 932 rebotes y 394 asistencias.
El escolta nacido en Rosario también tuvo su oportunidad de vestir los colores de nuestro país y lo hizo en el Sudamericano realizado en Venezuela en 1991 y en 1995. Sólo hablando de la selección mayor, porque en las inferiores dijo presente en cadetes y juveniles en distintos Sudamericanos.
Trayectoria profesional
- Sport Club de Cañada de Gómez (1985/1986).
- Provincial (1987/1990).
- San Andrés (1990/1991).
- Gimnasia de Comodoro Rivadavia (1991/1992).
- Peñarol de Mar del Plata (1992/1995).
- Regatas de San Nicolás (1995/1996) y (1997/1998).
- Boca Juniors (1996/1997).
- Estudiantes de Santa Rosa (1999/2000).
- Rosario Central (2001/2002).
Fuente: Clarín.