Alejandro Bellía, nació en Rosario el 22 de noviembre de 1982. Su vida dentro del básquet, comenzó poco después de aprender a caminar. Por vivir a la vuelta y porque sus hermanos jugaban allí, se crio en Los Rosarinos Estudiantil. A los cuatro años conoció el deporte y de allí en más vivió con la naranja al lado.
«Tengo recuerdos de una infancia muy feliz, dando mis primeros pasos en el club de barrio de toda la vida».
En sus formativas tuvo la posibilidad de formar parte de todos los procesos de Selecciones Rosarinas. «Para mí con una de las mejores camadas que salió del básquet; Gabriel Domínguez, Adrián Boccia y Pablo Fernández», recordó.
Su bautismo de fuego en el primer equipo del ‘Estu’ fue en su último año de U17; de la mano del ‘Ruli’ Pansarasa. Luego de casi 19 años en el club de calle Iriondo, tuvo un paso fugaz por Rosario Central: «Me voy a jugar seis meses a Central, a una juvenil que había armado el ‘Turco’ Grimaldi».
Luego de su pasaje en el ‘Canalla’, Bellía volvió a Estudiantil a completar las juveniles. Una vez consumadas estas, Gualeguay fue el destino predilecto: «Me voy a jugar a Bancario, a la Liga Federativa de Entre Ríos, muy competitiva». Luego de dos buenas temporadas, Alejandro decidió volverse a su ciudad natal para estudiar kinesiología.


Al principio del nuevo milenio, Estudiantil, se hizo de varias armas que lo trasformaron en un serio competidor del básquet local. Pese a no haberse jugado la final en 2002, Bellía, fue partícipe de la obtención de la Copa 150° Aniversario de Rosario. En 2003, fueros los grandes candidatos, pero Atalaya se interpuso y frustró a los de Luis Agote.
«En 2004 teníamos un lindo grupo, los dos líderes que teníamos por naturaleza era Gabriel Robledo, un gran amigo y Andrés Olivier. Era un plantel en el que había que ganarse los minutos», expresó. Luego de una seguidilla de técnicos, ‘Bicho’ Venturi fue el gran conductor de la gloria eterna.
Estudiantil volvió a ser protagonista en la fase regular y el destino parecía mostrar de manera anticipada que la copa no se les podía escapar. Por consiguiente, el ‘Celeste’ venció a Sportsmen en semifinales y a Regatas en la final. El premio, luego de tantos años, llegó: «Fue la primera coronación y la primera estrella dentro de la cancha para el club, un orgullo total».
Posterior al tan ansiado campeonato, en el 2006 Alejandro armó las valijas. Alba de Maciel lo esperaba para defender sus colores. A los 27 y ya recibido de kinesiólogo, Banco Santa Fe fue su siguiente paradero. «Con Germán Tolosa, fueron dos temporadas que jugamos el Federativo C, era un equipazo», soltó.
Terminada la etapa con Banco, la segunda vuelta a Alba se concretaba a sus 28 años. Después de dos años llegó a Trebolense donde jugó dos Ligas del Oeste. «Tengo el mejor recuerdo de la institución, en un momento estuvo la posibilidad de instalarme allá con mi familia. El club es un lujo», agregó.


Casi como si fuera una costumbre, Alejandro arregló todo para su tercera y última vuelta a Maciel. Y de esta manera, cumplir el sueño de ser dirigido por su hermano, Ariel. Luego de esos años fuera, la sangre tiró y regresó a Estudiantil, «el primer amor siempre tira». En lo que su último paso en el ‘Estu’ rescató ganarle a Temperley en el Alfredo Morosano.
Y por cosas de la vida, el club de barrio La Sexta fue quien lo cobijó, demostrando y dejando de lado la rivalidad. Allí logró ascender de forma invicta de la Categoría B: «En Temperley la pasé muy bien, de hecho, seguimos juntándonos con la peña del grupo que armo Marcelo Roig», añadió.


Casi como un lema de vida, los lazos de sangre aparecieron otra vez y Alejandro jugó en Sportivo Federal, con la conducción técnica de su hermano. Luego de dos temporadas de ascensos y finales, CAOVA de la mano de Néstor Gnass se hizo de los servicios del base experimentado. «Fue un buen paso, con buena gente. Un club de barrio, donde se respira básquet», confesó.
Con las limitaciones propias de entrenar y ya con 37 años, Náutico Sportivo Avellaneda fue el club que decidió confiar para armar un proyecto con Bellía presente. «Me llevó Gustavo Móndolo, un gran amigo. La idea era darle una mano, para ir ayudando a los pibes del club que hoy en día siguen y la rompen».
Ya con su segunda hija en brazos, Alejandro decidió dar un paso al costado y terminar con su carrera basquetbolística. El jugador que siempre le tiró la sangre, pero que también fue más allá de esta.
Llevándose muchas amistades y sacando lo bueno de todos sus entrenadores, concluyó: «Veo el básquet mirando a mi hijo practicándolo. Pero de una forma totalmente alejada, para mí es una etapa totalmente terminada».
Trayectoria
- Los Rosarinos Estudiantil (1986/1999); (2002/2005) y (2014/2015)
- Rosario Central (1999/2000)
- Bancario de Gualeguay (2001)
- Alba de Maciel (2006/2008); (2010/2011) y (2013)
- Banco de Santa Fe (2009)
- Trebolense (2012/2013)
- Temperley (2015/2016)
- Sportivo Federal (2016/2017)
- CAOVA (2018)
- Náutico Sportivo Avellaneda (2019)